jueves, 25 de diciembre de 2014

EVANGELIO Y HUMOR

                  Publicado con el permiso de alejandro.palacios.alvarez@gmail.com

LECTIO DIVINA-SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR. B


Is 52,7-10: “Toda la tierra verá la victoria de nuestro Dios”
Hb 1,1-6: “Dios nos ha hablado por su Hijo”
Jn 1,1-18: “La Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad”.

DICIEMBRE 25

En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo. Aquel que es la Palabra estaba en el mundo, y aunque Dios había hecho el mundo por medio de él, los que son del mundo no le reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron. Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado. Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. Juan dio testimonio de él diciendo: “A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más impor­tante que yo, porque existía antes que yo”. De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, nos lo ha dado a conocer.

Preparación: En este día de la Natividad del Señor nuestra atención se inclina espontáneamente  a meditar los textos de San Lucas que se leen en la misa de medianoche y en la misa de la aurora. Recordamos los versos de Luis de Góngora: “Caído se le ha un clavel hoy a la Aurora del seno. ¡Qué contento que está el heno, pues ha caído sobre él”. Nos atrae el relato del nacimiento de Jesús, el anuncio del ángel a los pastores y el camino que les lleva hasta el pesebre donde encuentran al Niño.

Lectura: Sin embargo, la misa del día nos ofrece la clave del  misterio del nacimiento de Jesús. En Jesús adoramos y acogemos a la Palabra de Dios que se ha hecho visible. Esa Palabra es nuestro alimento y nuestra luz. La carta a los Hebreos nos recuerda que de muchas formas ha hablado Dios a los hombres. Finalmente nos ha hablado por medio de su Hijo. La Sabiduría eterna de Dios se ha acercado definitivamente a los hombres. La Palabra de Dios se ha hecho carne y ha plantado su tienda en el campamento humano. La Palabra de Dios es luz que ilumina el camino humano.  En este día ponemos especialmente nuestra atención en una frase:  “Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla”.

Meditación: Hoy nos preguntamos qué dificultades invoca nuestro mundo para ignorar o despreciar la luz de la Palabra de Dios. Pero nos preguntamos también por qué razones o sinrazones la olvidamos nosotros. Con todo, en este día nos alegramos y gozamos por el nacimiento de Jesús. Con los versos de López Ranjel, que retoma la Liturgia de las Horas para esta solemnidad, exclamamos: “Hoy grande gozo en el cielo todos hacen, porque en un barrio del suelo nace Dios. ¡Qué gran gozo y alegría tengo yo!”

Oración: “Señor todopoderoso, concede a los que vivimos inmersos en la luz de tu Palabra hecha carne, que resplandezca en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestro espíritu. Amén”.

Contemplación: Nuestra contemplación recibe hoy una especial inspiración de San Juan de Ávila, presbítero y doctor de la Iglesia: “¡Bendito sea tal niño y tan provechoso como éste! Comencemos vida nueva pues el Niño la comienza. ¡Que te vea yo, Rey mío, en el  lugar más bajo, en un pesebre, y que quiera yo ser honrado! ¡Que te vea yo pobre y que quiera ser rico! ¿Qué trabajéis vos por mí y descanse yo? Yo seré vuestro compañero. Con vos me quiero ir, pues que vais por mis negocios. ¡Enhorabuena nazcáis! ¡Enhorabuena se ponga el Hijo de Dios en el pesebre para mi remedio y para enseñar el amor que nos tiene!”


Acción: Miremos a nuestro alrededor. Prestemos atención a las personas que tienen dificultades para vivir hoy la alegría de la Natividad del Señor. Y oremos por todos los que no han llegado a vislumbrar la luz que brota de su Palabra.
                                                                  José-Román Flecha Andrés 

viernes, 19 de diciembre de 2014

DOMINGO 4º DE ADVIENTO.B


EVANGELIO Y HUMOR

                                   Publicado con el permiso de alejandro.palacios.alvarez@gmail.com

REFLEXIÓN-DOMINGO 4º DE ADVIENTO.B 21 de diciembre de 2014


EL REY Y LA SIERVA

“Afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo”. Esa es la promesa que Natán transmite a David de parte de Dios. Merece la pena leer toda la profecía que hoy se proclama en la primera lectura de la misa  (2 Sam 7).
David ha manifestado su voluntad de construir una casa para el Señor. Pero, por medio del profeta, Dios le comunica que es Él quien ha decidido elegir la casa de David, protegerla y conservar a sus descendientes en el trono: “Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre”.  
Junto a la alianza entre Dios y su pueblo, se establece ahora otra relación especial con David, que se manifestará en nuevas bendiciones. El hijo de David no será hijo de Dios por naturaleza. Nunca podrá ser divinizado.  Pero será hijo de Dios por elección  y por una especie de  adopción. Por eso habría de ser un signo de su gracia.  

EL HIJO DEL ALTÍSIMO

En el evangelio que hoy se lee (Lc 1, 26-38) el anuncio del ángel Gabriel a María recuerda aquella profecía de Natán: “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
• Jesús es heredero de la estirpe de David. Su realeza es hereditaria. Él viene a remediar el fracaso de los reyes descendientes de David que no fueron fieles a la alianza. Jesús viene, sobre todo, a renovar aquella alianza y a revelar su sentido más profundo. La elección de Dios tiene una dimensión espiritual, un destino universal en el espacio y perenne en el tiempo.
• Jesús heredará el trono de David. Pero nunca tratará de reivindicar para sí mismo un poder sobre las tierras y las cosas. Jesús no viene a imponer su soberanía por la fuerza. Viene a proponer un camino de salvación y de gracia, que poco tiene que ver con las apetencias humanas de interés, de gloria y de prestigio.
• Jesús es en verdad el Hijo del Altísimo. No es tan sólo un hijo por elección. Él mismo habrá de explicar su relación personal con su Padre. Él habrá de repetir una y otra vez que el Padre y Él son una misma cosa, por decirlo con palabras muy pobres. Comparten el mismo origen y la misma voluntad. Son un mismo querer y un mismo proyecto.

 PALABRA Y VIDA

En este cuarto domingo de Adviento es muy importante el contenido del mensaje del Ángel. Pero no se puede olvidar la figura de María, a la que se dirige el mensaje. Sus palabras son un evangelio dentro del Evangelio.  
• “Aquí está la esclava del Señor”. El proyecto de Dios no se cumplirá por medio de las altaneras pretensiones de los que buscan el poder a toda costa. La humildad que caracterizaba a los siervos nos prepara para prestar atencion a la voluntad del Señor sobre nosotros y sobre nuestro mundo. 
• “Hágase en mí según tu palabra”. Sin embargo, con no ser poco, no basta con prestar atención a la voluntad de Dios. Es preciso acoger la palabra de Dios con un corazón limpio y generoso, como el de María. Como escribió San Agustín, “la Palabra de Dios se hizo vida en su vientre  porque antes se había hecho verdad en su mente”.
- Padre de los cielos, te reconocemos como Señor de la historia humana. Tu amor nos ha enviado a Jesús. Queremos aceptar su reinado de gracia y de verdad. Y, al escuchar la palabra que nos diriges cada día, prometemos aceptar tu voluntad. Amén.
                                                                                    José-Román Flecha Andrés





LECTIO DIVINA- SÁBADO 3ª SEMANA DE ADVIENTO.B


Is 7,10-14: “La joven está encinta y va a tener un hijo”
Lc 1,26-38: “El niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios”

DICIEMBRE 20

A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde ella estaba, y le dijo: “¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo”. Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo: y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, y reinará por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin”. María preguntó al ángel: “¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo se posará sobre ti y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de ser anciana, va a tener un hijo; la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible”. Entonces María dijo: “Soy la esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!”. Con esto, el ángel se fue.

Preparación: La imagen del cetro real ya ha aparecido varias veces en las lecturas bíblicas del Adviento. La cuarta de las antífonas mayores del Adviento añade hoy la imagen de la llave. El Señor, cuyo nacimiento esperamos, es invocado como Llave de David. Él y solo Él puede abrir la puerta que nos descubre los caminos de la libertad. Él ha concedido las llaves del Reino a su Iglesia. Por medio de ella, pedimos en la oración de este día la reconciliación con Dios.

Lectura: La primera lectura nos recuerda al rey Ajaz. Teme que sus enemigos lleguen a asediar la ciudad de Jerusalén. El profeta Isaías le asegura que eso no sucederá. Y le ofrece una señal: una joven está embarazada y dará a luz un hijo. Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”. • Haciéndose eco de aquella profecía, el evangelio nos presenta la anunciación del Ángel a María, la llena de gracia, la favorecida por Dios. También ella va a tener un hijo. Ese niño  no sólo significará la salvación y la esperanza, como el anunciado por Isaías. El hijo de María será el Salvador de su pueblo y la esperanza para todos los pueblos.

Meditación: Dios tiene un plan de salvación para la humanidad. Pero necesita de la colaboración de una joven. Y de nuestra colaboración. La gracia no elimina de plano las dudas que nos embargan, como turbaron a María. Pero la gracia de Dios nos ayuda a superarlas. Aceptar, como María, la propuesta y los planes de Dios no nos facilita la vida. Al contrario, nos la complica con nuevas responsabilidades. Pero aceptar la palabra de Dios traerá un río de gracias que nos desbordará a nosotros mismos. • A la hora del Angelus, del día 8 de diciembre de 2013, decía el Papa Francisco: “María nos sostiene en nuestro camino hacia la Navidad, porque nos enseña cómo vivir este tiempo de Adviento en espera del Señor”.

Oración: “Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte”.

Contemplación: En la cripta de la basílica de la Anunciación, en Nazaret, se conserva una cueva. En el frontal del altar está escrito: “Aquí el Verbo de Dios se hizo carne”. En una peregrinación virtual, nos recogemos silenciosamente en ese lugar, contemplando el misterio. • Dios se ha hecho hombre para que el hombre pueda participar  en su divinidad. El Señor se ha hecho esclavo para que los esclavos puedan  compartir su señorío. Aceptar, como María, la voluntad de Dios puede cambiar para siempre nuestra vida. Y la de muchas otras personas.

Acción: Hoy tendremos que preguntarnos qué nos pide Dios en este preciso momento de nuestra vida para que su Reino pueda hacerse más visible en este mundo.

                                                                José-Román Flecha Andrés

VIRGEN DEL ADVIENTO


EL PAPA FRANCISCO A LOS POBRES


Los regalos del Papa Francisco a los pobres por su cumpleaños y por Navidad
El papa Francisco ha regalado 400 sacos de dormir a sintecho que viven en las calles de Roma y en los aledaños de la Ciudad del Vaticano con motivo de su 78 cumpleaños, celebrado el miércoles, día 17 de diciembre.
Los sacos de dormir llevan estampado el emblema papal, tienen capucha y fueron repartidos durante las últimas horas de la tarde de ayer, cuando se conmemoró su cumpleaños, según recogen los medios italianos.La iniciativa, como suele ocurrir con todas las obras de caridad del obispo de Roma, se llevó a cabo mediante la Limosnería Apostólica, cuyo titular es el polaco Konrad Krajewski, y gracias a los esfuerzos de un grupo de voluntarios.
Ellos fueron los encargados de repartir los 400 sacos por diferentes puntos de la capital, como la estación Ostiense, el cementerio del Verano o la céntrica vía Nazionale.
En el momento de la entrega, según las mismas fuentes, los voluntarios pedían a los sintechos que rezaran por el papa.
Este gesto se suma a los otros “regalos” que el pontífice ofreció ayer a los más necesitados.
Entre ellos, la invitación a un almuerzo por su cumpleaños a cuatro sintechos y el saludo a ocho vagabundos que estaban acompañados por Krajewski y que regalaron al papa algunos girasoles.
Además, una delegación de la empresa española Coren comunicó a Francisco que como regalo de cumpleaños entregarán 800 kilos de sus “pulardas del convento” a los comedores sociales de Roma.
Desde su elección como pontífice, Bergoglio ha llevado a cabo este tipo de iniciativas en múltiples ocasiones.
Por ejemplo, ha repartido tarjetas telefónicas entre los inmigrantes para que puedan llamar a sus familias o sobres con dinero entre los pobres de la capital.
Asimismo, esta Navidad el Vaticano ha desarrollado la iniciativa “Lotería del papa”, mediante la cual el pontífice rifa diferentes regalos que las autoridades le han ofrecido en el último año a cambio de un boleto valorado en 10 euros que irá destinado a estas obras de caridad. (RD/Agencias)


sábado, 13 de diciembre de 2014

DOMINGO 3º DE ADVIENTO B

REFLEXIÓN- DOMINGO 3º DE ADVIENTO.B


EL PROFETA DEL MESÍAS
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido”. Así comienza  el texto del libro de Isaías que hoy se lee en la liturgia eucarística (Is 61, 1-2.10-11). En él se anuncia a Israel un profeta que recibe el espíritu de Dios y lo difunde. No lo difunde sólo de palabra, sino de obra.
Las obras del profeta son concretas y visibles. Su presencia se hará notar en la sociedad.  El profeta que recibe el Espíritu de Dios consuela a todos los que sufren, venda las heridas de todos los desgarrados, libera a los cautivos y prisioneros y, sobre todo, inaugura un año jubilar: el año de gracia de parte del Señor.
Además, el profeta proclama a los cuatro vientos un anuncio de alegría universal: el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos. Este tercer domingo de Adviento se hace notar por su invitación a la alegría.  

TRES VECES “NO”

En el texto evangélico que hoy se lee se nos presenta también a un profeta (Jn 1, 6-8.19-28). Es un enviado por Dios. Se llamaba Juan y venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la luz. A continuación, el texto nos ofrece una precisión importante: “No era él la luz, sino testigo de la luz”.
Nos impresiona el interrogatorio al que es sometido Juan Bautista por los emisarios de los sacerdotes y levitas de Jerusalén. Juan responde con verdad y humildad. Por tres veces repite un “no” tajante  a los que le preguntan. No es Elías, el gran defensor de la majestad de Dios. No es el profeta anunciado por el Deuteronomío. Y no es el Mesías esperado.
Pero nadie puede vivir sólo de negaciones. Hay que definirse por un “Sí”. Es preciso reconocer lo que uno es y lo que está dispuesto a dar. Pues bien, para identificarse, Juan se presenta como la voz que clama en el desierto, exhortando a todos a allanar los caminos. Eran expresiones del libro de Isaías que anunciaban la liberación a los deportados.

 EL ANUNCIO

Pero hay más en el mensaje de Juan. No se presenta como el esperado por su pueblo, pero no deja de  anunciarlo:
• “En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. Ahora, como entonces, tenemos al Mesías entre nosotros, pero no reconocemos su presencia. Necesitamos aprender a descifrar los signos que lo anuncian.
• “Él viene detrás de mí y existía antes que yo”. Ahora como entonces, hemos de reconocer que somos un eslabón en medio de una cadena. Hay un antes y un después que nosotros. El Señor nos precede  y, a la vez,  nuestro testimonio anuncia su llegada.
•“Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias”. Ahora como entonces, hemos de reconocer humildemente nuestro papel en la historia de la salvación. No somos el Señor. Somos los siervos y los servidores del Señor. Nada más.
-Señor Jesús, acepta nuestro humilde servicio de evangelizadores. Tratamos de preparar los caminos para que nuestros hermanos puedan reconocerte en este momento concreto de la historia. Que tu luz nos ilumine y que nuestro testimonio creyente sea también creíble. Amén.

José-Román Flecha Andrés




LECTIO DIVINA-SÁBADO 2ª SEMANA DE ADVIENTO.B


Eclo 48,1-4.9-11: “Elías era un profeta como de fuego”
Mt 17,10-13: “Elías ya ha venido, pero no lo reconocieron”

DICIEMBRE 13

En aquel tiempo los discípulos preguntaron a Jesús: “¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?”. Jesús contestó: “Es cierto que Elías ha de venir y que ha de poner todas las cosas en orden. Sin embargo, yo os digo que Elías ya vino, pero ellos no le reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron. De la misma manera va a sufrir a manos de ellos el Hijo del hombre”. Entonces comprendieron los discípulos que Jesús les estaba hablando de Juan el Bautista.

Preparación: Por tercer día consecutivo aparece en el evangelio de hoy la figura de Juan el Bautista. La liturgia insiste en orientar nuestra atención al Precursor. Santa Teresa escribía: “Mirad la estima que ponía [Cristo] a san Juan Bautista, que le quería tener por el Mesías, y en cuánto y por qué le descabezaron”.

Lectura: Hoy se interrumpe la lectura del libro de Isaías y se sustituye por un poema con el que el Sirácida recuerda la figura de Elías. Aquel profeta, comparado con el fuego, trataba de preservar el culto del Dios de Israel frente a la imposición del culto a Baal. La tradición decía que sería de nuevo enviado para restablecer la armonía entre las familias y las tribus de Israel (Ml 3,24). Pues bien, esa tradición llega hasta Jesús. Él no niega su valor, pero la interpreta. “Es cierto que Elías ha de venir y que ha de poner todas las cosas en orden. Sin embargo, yo os digo que Elías ya vino, pero ellos no le reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron”. El texto añade una precisión importante. Al igual que Juan el Bautista, también Jesús ha de padecer a manos de los que rechazan a los profetas.

Meditación: Los profetas anunciaban el futuro de la salvación. Pero, sobre todo, ayudaban con su palabra a leer la voluntad de Dios sobre la historia presente. El profeta Juan Bautista prepara con su palabra y su vida los caminos de Jesús y con su muerte preanuncia la pasión y muerte del Mesías. No nos extrañe que en este tiempo de Adviento aparezca  ya este anuncio de la pasión de Jesús. El mensaje y la vida del Mesías fueron interpelantes en su tiempo y lo son y serán en todos los tiempos. Para Jesús no fue fácil hacer presente en el mundo la misericordia de Dios. Jesús es el Redentor, es decir, el que nos rescató de la esclavitud al precio de su propia sangre.

Oración: Señor, que tu Espíritu nos ayude a abrir los ojos para descubrir a los profetas que tú  nos envías. Que escuchemos su palabra con humildad. Y que pongamos en práctica las enseñanzas que por ellos tú mismo nos diriges. Amén.

Contemplación: Muerto el cantor, no muere el cantar. Hoy nos preguntamos por qué no aceptamos el mensaje con el que Juan Bautista invitaba a la conversión a todos los que acudían a hacerse bautizar por él a las orillas del Jordán. Su voz sigue viva. Juan nos recuerda que esta es la nueva era de los mártires. Con su palabra silenciosa, con su testimonio diario y con la entrega final de sus vidas nos recuerdan cada día la presencia de Dios. Con ellos contemplamos la gloria del Señor. Y, gracias a su ejemplo, queremos caminar en fidelidad por las sendas del Evangelio.

Acción: Busquemos la historia de los mártires más recientes. La lectura de esos relatos nos ayudará a examinar la consistencia de los pretendidos valores por los que decimos luchar. Y nos llevará a descubrir el valor del tesoro y de la perla que representan la gracia del Reino de Dios (Mt 13,44-46).
                                                                                          José-Román Flecha Andrés

FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

domingo, 7 de diciembre de 2014

LA CORONA DEL ADVIENTO


LA CORONA DEL ADVIENTO

Vigilantes encendemos la corona del Adviento.
En los cirios ofrecemos cuatro etapas de un encuentro.

Nos evoca ya el primero el Antiguo Testamento,
los profetas, voz del Verbo, lo anunciaron desde lejos.

El segundo trae el eco del Bautista pregonero,
su mensaje del desierto: "Allanadle los senderos".

Los tres cirios van tejiendo la esperanza del misterio.
De la Virgen en el seno, el rocío de los cielos.

Cuatro cirios encendemos ya en la cumbre del Adviento.
Todo es gracia, luz y fuego a la hora del encuentro.

Alegraos hombres nuevos, sed testigos de Evangelio.
Id al mundo mensajeros, luz en medio de los pueblos.

Cuatro cirios cual luceros que jalonan nuestro Adviento.
Expectantes son anhelos con sus llamas contra el viento.

LECTIO DIVINA-LUNES 2ª SEMANA DE ADVIENTO. B

 

Gn 3,9-15.20: “La madre de todos los que viven”
Ef 1, 3-6.11-12: “Dios nos eligió en la persona de Cristo”
Lc 1,26-38: “Hágase en mí según tu palabra”

DICIEMBRE 8  Inmaculada Concepción de Santa María Virgen

En aquel tiempo envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde ella estaba, y le dijo: “¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo”. Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo: y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, y reinará por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin”. María preguntó al ángel: “¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo se posará sobre ti y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de ser anciana, va a tener un hijo; la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible”. Entonces María dijo: “Soy la esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!”. Con esto, el ángel se fue.

Preparación: En el Aula Magna de la Universidad Ponrificia de Salamanca, la pintura del frente refleja la sesión V del Concilio de Trento, sobre el pecado original, del cual fue exenta la Inmaculada Virgen María, que preside la escena. En el tiempo del Adviento, la fiesta de la Concepción Inmaculada de María nos alienta en el camino de la esperanza. Dios ha querido ofrecer a la humanidad un icono de la perfección, de la limpieza y de la belleza. Así lo predicó en este día de 1959 el cardenal Montini, arzobispo de Milán y futuro papa Pablo VI. Nuestra oración de hoy brota de la íntima alegría de saber que nuestra humanidad está llamada a realizar esos altos ideales.  

Lectura: Hoy se proclama el relato evangélico de la Anunciación a María. En él escuchamos las palabras que el ángel del Señor dirige a María de Nazaret: “María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios”. Ese saludo convierte a María en imagen de todo el género humano. Con él se inicia el gran Adviento de la historia humana. Con él renace la esperanza. La humanidad no tiene nada que temer de la divinidad. Dios no es un enemigo de la causa y de la libertad humana. Por medio de María, Dios nos ofrece su amable cercanía. Lo que perdió EVA, “la madre de todos los que viven”, ha sido felizmente recuperado gracias al AVE que el ángel Gabriel dirige a María.

 Meditación: Desde lo más hondo de su existencia, María refleja fielmente la misericordia de Dios y sabe traducirla en fidelidad. Dios nos crea y nos sostiene. María fue siempre fiel al proyecto de Dios. También a nosotros, Dios se nos da gratis, pero espera nuestra respuesta. La sintonía de María con la salvación ofrecida por Dios a la humanidad es un don gratuito, pero encontró en ella una respuesta libre y generosa. Muy pobre es nuestra fe si no es capaz de superar el temor y no nos ayuda a aceptar el don de la gracia que Dios nos ofrece cada día. En la misa de la clausura del Concilio, el día 8 de diciembre de 1965, el mismo papa Pablo VI nos decía que “la belleza de María Inmaculada se convierte para nosotros en un modelo espiritual, en una esperanza confortadora”.

Oración: “Oh Dios, por la concepción inmaculada de la Virgen María preparaste a tu hijo una digna morada. En previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado. A nosotros concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Amén”.

Contemplación: Hoy nuestro corazón se esponja en la contemplación de Dios, que decide  ofrecer a la humanidad un rayo de esperanza. Con las palabras del prefacio de la misa de esta solemnidad nos gozamos en la limpieza de María: “Purísima había de ser, Señor, la Virgen que nos diera el Cordero inocente. Purísima la que, entre todos los hombres, es abogada de gracia y ejemplo de santidad”.

Acción: Dediquemos hoy algún tiempo a tratar de descubrir los signos de esperanza que se encuentran en nosotros mismos, en los demás y en toda la humanidad. Y demos gracias a Dios por todos ellos.
                                                                    José-Román Flecha Andrés

FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

DOMINGO 2º DE ADVIENTO B

CADA DÍA SU AFÁN 7 de Diciembre de 2014

                                                    
LA INMACULADA DE PABLO VI

El 8 de diciembre de 1959, el Cardenal Montini pronunciaba en la catedral de Milán un admirable discurso sobre la Inmaculada Concepción de María. Según su estilo habitual, iniciaba su reflexión con unas preguntas sobre este misterio: “¿Qué es lo que veo? Pregunto a todos: ¿Qué es lo que veis? ¿Qué imagen refulge sobre nuestro horizonte humano?”.
Su respuesta era sumamente sugestiva. Aunque todos denigramos alguna vez a la humanidad, somos en realidad sus admiradores, porque formamos parte de ella. Nos gustaría ver una humanidad perfecta. Pues bien, en María descubrimos lo mejor de nuestro ser. Lo vemos sin desequilibrio ni discordancia, sin imperfección ni corrupción.
Además, aun contaminados por la suciedad de este mundo, nos gusta imaginar nuestro ser totalmente limpio. No es fácil conseguirlo. Pero en María descubrimos también ese ideal de la limpieza, de la pureza sin mancha.
En tercer lugar, viene a nuestra mente la nostalgia de la belleza que a todos nos seduce. Ahora bien, al dirigirse a María, la liturgia la proclama “Toda hermosa”. Montini se preguntaba el porqué.  ¿En qué tiene su raíz esa belleza? Y la razón es su cercanía al mismo Dios: María tiene el esplendor de la belleza “porque ha salido de sus manos en la integridad absoluta, perfecta, purísima y bellísima; porque es un pensamiento de Dios que se refleja en su integridad… Ahí tenemos, al fin, un retrato de Dios no enturbiado, no corrompido”.
Esta contemplación nos recuerda que, si de la luz blanca nacen todos los colores, de la figura de María destellan su dulzura, su bondad, su obediencia, su sabiduría.
El futuro  Pablo VI añadía que esta figura llena de perfección, de limpieza y de hermosura suscita la impresión de “una extremada delicadeza, como cuando nos aproximamos a una vestidura limpia, cuando se posan nuestras manos sobre una flor y temen desflorarla, contaminarla, ajarla, o cuando miramos la nieve recién caída y nos maravillamos de esa blancura que siempre querríamos ver sin mancillar”.
De pronto, el cardenal Montini se detenía, como temiendo que se asociara la delicadeza a la debilidad. Pero no. Es verdad que las cosas perfectas han de ser defendidas, pero no porque sean débiles. María es fuerte en todos los momentos de su vida. “No hay virtud si no hay resistencia, si no hay una superación de obstáculos, si no hay algo de explosión, de energía”.
Montini evocaba entonces una educación que quiere  dejar al niño abandonado a sus apetencias. Frente a esas ideas, propugnaba él la obligación de defender la perfección humana. Pero también añadía que es preciso educar a la persona para que la virtud pueda, en un cierto sentido, defenderse a sí misma y fortalecerse.
Este discurso, que anticipaba al que había de pronunciar en la clausura del Concilio,  se cerraba con una oración que puede ser la nuestra: “¡Oh Señora, danos la fuerza, danos la virtud, danos tú lo que nos falta!”.


                                                   José-Román Flecha Andrés

REFLEXIÓN-DOMINGO 2º DE ADVIENTO . 7 de diciembre de 2014

PREPARANDO EL CAMINO

“Allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios”  (Is 40,3). La segunda parte del libro del profeta Isaías comienza con un oráculo del Señor: “Consolad, consolad a mi pueblo”. A las gentes que han sufrido durante largo tiempo el penoso y humillante exilio en Babilonia se les anuncia la proximidad del retorno a sus tierras de Judá.
“Una voz grita: En el desierto abrid camino al Señor”. Es decir, Dios se identifica con su pueblo. Se puede decir que también él ha vivido desterrado con su gente. Pero ahora se propone encabezar la caravana de los que van a regresar a su tierra. Los que fueron desterrados un día o los hijos que les han nacido en el destierro.
 Hasta nueve veces aparece en este texto la mención de Dios. La esperanza se vuelve a él. Hay que abrir una calzada en la estepa. Pero es una calzada para Dios. El pueblo habrá de recordar siempre que esa es su vocación. Abrir caminos para que Dios pueda recorrerlos, hacerse presente entre sus gentes y guiarlos hacia la libertad.

LOS COMPROMISOS

 Pues bien, el evangelio que hoy se proclama retoma el texto del “Libro de la Consolación” e identifica la voz del antiguo pregonero con la de Juan el Bautista. Vestido y alimentado con una austeridad que llama la atención de todos, Juan grita en el desierto: “Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos” (Mc 1,3). Esa preparación incluía tres compromisos urgentes:
• En primer lugar, la conversión, es decir el cambio de mentalidad y de costumbres. No una simple disminución cuantitativa, sino un salto cualitativo en la vida. Es decir, una verdadera y nueva creación de la persona.
• En  segundo lugar, la confesión pública de los pecados, como reconocimiento del propio error y del extravío de la persona. Es decir, la admisión y la profesión de que siempre es posible  alcanzar el perdón de Dios.
• Y en tercer lugar, el bautismo en las aguas del Jordán. Es decir, la renovación de la memoria de que un día las aguas de este río se habían abierto para permitir el paso a Josué y a su pueblo hacia la tierra prometida.
  
EL ANUNCIO

De todas formas, aunque las palabras de Juan sean semejantes a las del mensajero que aparecía en el “Libro de la Consolación”, hay algo nuevo en ellas. Del anuncio de Dios se pasa ahora al anuncio de otro personaje misterioso con el que por tres veces se compara Juan:
• “Detrás de mí viene el que puede más que yo”. Juan se ha mostrado como un profeta convincente y respetado. Pero él no es el final del camino. Solamente lo prepara. El que ha de venir es más poderoso que Juan.      
• “Yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias”. Juan habla con autoridad. Sin embargo no se considera más que un esclavo. Ni siquiera eso. El esclavo prestaba a su amo los servicios más humildes, que Juan ni se atreve a prestar al que ha de venir. 
• “Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo”. Juan conocía los ritos de purificación que los más piadosos de su pueblo realizaban con frecuencia. Pero él sólo bautizaba con agua. El bautismo definitivo purificaría con el Viento Santo que creó los mundos.  
 - Señor Dios nuestro, fuente de la libertad y del perdón. Queremos preparar con nuestro compromiso concreto los caminos para que te hagas presente en nuestra conciencia y en nuestra sociedad. Que nuestra fe nos lleve a esperar con amor al que viene a librarnos del mal.   Amén.
      
                                          José-Román Flecha Andrés

domingo, 30 de noviembre de 2014

LECTIO DIVINA- LUNES 1ª SEMANA DE ADVIENTO-B


Is 2,1-5: “Venid subamos al monte del Señor”
Mt 8,5-11: “Vendrán muchos de Oriente y de Occidente”

DICIEMBRE 1 

Al entrar en Cafarnaún, un centurión romano se le acercó para hacerle un ruego. Le dijo: “Señor, mi asistente está en casa enfermo, paralítico, sufriendo terribles dolores”. Jesús le respondió: “Iré a sanarlo”. “Señor -le contestó el centurión-, yo no merezco que entres en mi casa. Basta que des la orden y mi asistente quedará sanado. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando a uno de ellos le digo que vaya, va; cuando a otro le digo que venga, viene; y cuando ordeno a mi criado que haga algo, lo hace”. Al oír esto, Jesús se quedó admirado y dijo a los que le seguían: “Os aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe como este hombre. Y os digo que muchos vendrán de oriente y de occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos”.

Preparación: Hasta el día 16 de diciembre, en la liturgia del Adviento se proclaman algunos textos del libro del profeta Isaías. Esos textos determinan la selección del texto evangélico. La visión de las gentes que suben hasta Jerusalén motiva hoy nuestra oración para que nos mantengamos en el camino de la fe y la esperanza.

Lectura:   El profeta Isaías vivía en Jerusalén. Como vemos, imagina y espera la peregrinación de los pueblos de la tierra que un día subirán a Jerusalén para escuchar la palabra del Señor. Del monte Sión los gentiles recibirán la luz para establecer las condiciones para la paz. Pues bien, según el evangelio un militar, seguramente pagano, se acerca a Jesús para pedirle la curación de un asistente suyo. Jesús alaba la fe de aquel extranjero que anticipa la gran peregrinación de los pueblos gentiles que vislumbraba Isaías. Ante los discípulos se abre la perspectiva de la universalidad de la salvación. Los hijos de Abraham no son solamente los que tienen su sangre, sino los que comparten su fe.

Meditación: Al celebrar los 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús recordamos unas palabras suyas, que bien pueden aplicarse a nuestro tiempo: “Está tan muerta la fe que creemos más lo que vemos que lo que ella nos dice”. El Adviento nos recuerda que la esperanza no puede reducirse a un mero sentimiento. Esperar es confiar. Y confiar es el fruto primero de la fe. En un tiempo de cansancio y de crisis, hemos de volver nuestros ojos al Salvador. Y orar confiadamente. La salvación sólo puede venir de él. Nos preocupa el dolor de la humanidad. Por eso imploramos la misericordia del Señor. El amor se manifiesta en obras. Y también en la seriedad de nuestra oración de intercesión, como nos indica el Papa Francsico en la exhortación “La alegría del Evangelio”.

Oración: Señor Jesús, todos conocemos muchos enfermos de cuerpo y de alma. Te recordamos la situación de nuestros hermanos abatidos por la enfermedad y el desaliento. Y también la angustia de todos los que son perseguidos tan sólo por ser cristianos. Confiamos en ti. Si nuestra fe es escasa, tu misericordia es abundante. 

Contemplación: Nuestra oración corre el peligro de ser demasiado interesada. Casi siempre llevamos a nuestra oración nuestras necesidades y deseos. También nuestros intereses. El tiempo de Adviento nos invita a abrir el corazón a la universalidad y a la solidaridad. Nuestra fe no puede tener fronteras. Como no la tenía aquella esperanzada peregrinación de los pueblos que ya soñaba Isaías.


Acción: Hagamos hoy silencio para contemplar la misericordia de Dios. Nuestra esperanza inspira hoy nuestra oración por las personas que sufren.  Las que están lejos de nosotros y las que viven a nuestro lado. Que la oración nos  lleve a proyectar compromisos concretos a favor de los que tienen pocas razones para esperar.
                                                                                     José-Román Flecha Andrés 

¡DESPIERTA!


viernes, 28 de noviembre de 2014

DOMINGO 1º ADVIENTO. Ciclo B


REFLEXIÓN -DOMINGO 1º DE AVIENTO- B 30 de noviembre de 2014


LA VENIDA DEL SEÑOR

“Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia” (Is 64,1). Ese  grito, que se encuentra en la tercera parte del libro del profeta Isaías, parece reflejar una situación de angustia y una gran esperanza. Y así es. Incluido en la primera lectura de la misa hoy, nos introduce de lleno en el espíritu del Adviento.
El profeta observa con preocupación la infidelidad de su pueblo. Son muchos los que andan extraviados. Dan muestras de tener un corazón endurecido. No invocan el nombre del Señor ni se esfuerzan por aferrarse a él. Lo admitan o no,  son víctimas de sus propias culpas. Pero el profeta reconoce que nadie hace tanto por su pueblo como el mismo Dios.
Por eso el profeta se dirige a él con una asombrosa confianza: “Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano”. Y le pide que rasgue los cielos y se haga presente con su salvación en medio de su pueblo. Un anhelo que recoge el salmo responsorial al repetir: “Ven a salvarnos… ven a visitar tu viña” (Sal 79).

LA ESPERA Y LA TAREA

 También en el evangelio que hoy se proclama aparece por dos veces la alusión a la venida del dueño de la casa (Mc 13,33-37).  Es muy clara e intuitiva esa breve parábola de Jesús. Nos presenta a un  patrón que se va de viaje, asignando una tarea a cada uno de sus criados y encargando al portero de la casa que esté atento para recibirle a su regreso. 
Como se ve, el patrón no señala al partir el momento en que volverá a su casa. Este dato es muy importante. Él es el dueño de la casa y no pretende desentenderse de ella. Es su casa y quiere encontrarla abierta al regresar de su viaje. Él es el señor y quiere que sus criados cumplan con su misión siempre y en todo momento.
La parábola tiene una aplicación inmediata a este tiempo de Adviento que hoy comienza en la Iglesia latina de rito romano. Este es el tiempo que nos recuerda nuestra vocación a la esperanza. Nuestra fe nos lleva a vivir aguardando la venida del Señor y la manifestación de su reino en la tierra. Pero no esperamos en la ociosidad. Se nos ha confiado una tarea concreta. 

EL SUEÑO Y LA VIGILA

Por tres veces aparece en el evangelio de hoy la exhortación a la vigilancia. El dueño de la casa sabe de sobra que la rutina en el trabajo y el olvido de las tareas pueden generar sopor y somnolencia. Pero es preciso mantenerse despiertos.
• “Vigilad, pues no sabéis cuándo es el momento”. Es verdad que no sabemos cuándo se manifestará en su plenitud el reino que esperamos. Además, sufrimos la tentación de olvidar la importancia definitiva del momento que vivimos en el presente.     
• “Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa”. Casi siempre creemos que hay que velar, porque tememos la venida del Señor como la amenaza de un castigo. Pero olvidamos que también se mantiene en vela quien espera a la persona amada.  
• “Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!” La exhortación de Jesús se dirige a cada uno de nosotros. No podemos vivir en la acedia ni en el pesimismo estéril, como dice el Papa Francisco. Esperar es operar. Aguardar la venida del Señor nos lleva a vivir  con generosidad la vocación al amor y el compromiso con la vida, con la verdad y la justicia.
 - Padre nuestro celestial, todos los días te pedimos que venga a nosotros tu Reino. Que tu espíritu nos mantenga despiertos para escuchar el Evangelio de tu Hijo. Y que la espera de su manifestación nos lleve a vivir en la fe y diseñar una sociedad más humana. Amén.
      
                                                                     José-Román Flecha Andrés