domingo, 22 de marzo de 2015

LECTIO DIVINA-LUNES 5ª SEMANA DE CUARESMA


Lunes V

Dn 13,1-9.15-17.19-30.33-62
Jn 8,1-11

En aquel tiempo Jesús se dirigió al monte de los Olivos, y al día siguiente, al amanecer, volvió al templo. La gente se le acercó, y él, sentándose, comenzó a enseñarles. Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La pusieron en medio de todos los presentes y dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. En nuestra ley, Moisés ordena matar a pedradas a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?”. Preguntaron esto para ponerle a prueba y tener algo de qué acusarle, pero Jesús se inclinó y se puso a escribir en la tierra con el dedo. Luego, como seguían preguntándole, se enderezó y les respondió: “El que de vosotros esté sin pecado, que le arroje la primera piedra”. Volvió a inclinarse y siguió escribiendo en la tierra. Al oír esto, uno tras otro fueron saliendo, empezando por los más viejos. Cuando Jesús se encontró solo con la mujer, que se había quedado allí, se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?”. Contestó ella: “Ninguno, Señor”. Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas a pecar”.
  
Preparación: La sociedad actual se burla del pecado pero condena cruelmente al pecador. Jesús, por el contrario, no trivializa el pecado, pero se compadece del pecador y lo llama a una nueva vida. La cuaresma es tiempo de penitencia. Los dos textos que se proclaman en la Eucaristía de hoy  nos hablan del pecado, ciertamente. Pero sobre todo, nos hablan de la justicia de Dios que se revela en el joven Daniel y que en Jesús se manifiesta como misericordia. 

Lectura: El libro de Daniel contiene el relato sobre Susana, calumniada y condenada por dos ancianos depravados y finalmente liberada del suplicio por el joven Daniel. El evangelio contiene una escena muy semejante. Ante Jesús conducen a una mujer sorprendida en adulterio. Sin duda nos llama la atención que no aparezca el cómplice. Como Daniel, también Jesús pone en evidencia a los acusadores, dispuestos a apedrearla según prescribe la Ley, y absuelve a la acusada.

Meditación: Meditamos la frase que Jesús dirige a los acusadores: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. Condenar a los demás significa casi siempre usurpar una prerrogativa de Dios. Quien condena a los demás se atribuye el poder de juzgarles. Jesús nos recuerda que todos somos pecadores. Con mucha frecuencia caemos en la tentación de la proyección. Acusamos a otros de aquello que mancha nuestra propia conciencia. La frase que dirige a la mujer revela su misericordia y propone un nuevo camino: “Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas a pecar”.

Oración: Padre de los cielos, todos los días te pedimos que perdones nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Te damos gracias por tu gran misericordia. Y te rogamos que nos ayudes a ser compasivos y misericordiosos.

Contemplación: Podemos recordar hoy la pintura que refleja la escena de Jesús y la mujer adúltera, que se encuentra en el retablo de la Catedral Vieja de Salamanca. Contemplamos la serenidad y los gestos de Jesús. Según San Agustín, Dios escribió la Ley con su dedo en las tablas de piedra. Jesús escribe en el suelo para revelarnos el contenido de nuestra conciencia. Y según el papa Benedicto XVI “sus palabras están llenas de la fuerza de la verdad, que desarma, que derriba el muro de la hipocresía y abre las conciencias a la justicia mayor, la del amor, en la que consiste el cumplimiento pleno de todo precepto” (Ángelus 21.3.2010).


Acción: Que la meditación de la justicia y la misericordia de Dios no se quede en el aire. El mismo papa Benedicto XVI nos sugiere acercarnos a los ministros del Señor para liberarnos del mal por medio del sacramento de la Reconciliación. Y el Concilio Vaticano II afirma que “la penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social” (SC 110).
                                                                                José-Román Flecha Andrés

miércoles, 18 de marzo de 2015


ATENCIÓN

Por causas ajenas a nuestra voluntad se ha suspendido el encuentro festivo que programa MISIONES. Sentimos las molestias. GRACIAS

martes, 17 de marzo de 2015

DOMINGO 5º DE CUARESMA B

REFLEXIÓN-DOMINGO 5º DE CUARESMA. B. 22 de marzo de 2015


EL GRANO DE TRIGO

“Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo… Todos me conocerán, desde el pequeño al grande, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados”. Ese es el contenido y el signo de la nueva alianza que Dios anuncia a su pueblo por medio del profeta Jeremías (Jer 31-31-34).
Comenzaba la cuaresma recordando la alianza  que Dios prometía a Noé después del diluvio. Aquella promesa no ha sido vana. Los domingos de cuaresma nos han ido presentando las diversas manifestaciones de la alianza de Dios no solo con su pueblo, sino también con toda la humanidad y aun con la creación entera.  
Hoy se nos dice que esa alianza está escrita en el corazón de todos los hombres. Y que su signo es precisamente el perdón y la misericordia de Dios. Nadie es capaz de perdonarse a sí mismo. Sólo Dios nos absuelve. Sólo Dios puede crear en nosotros un corazón nuevo.

 EL DESEO

El evangelio de Juan evoca una escena muy interesante. Algunos paganos que han acudido a Jerusalén para la fiesta de la Pascua, comunican a dos de los discípulos de Jesús que desean ver a su Maestro (Jn 12,20-33). El relato es paradójico al menos por tres motivos.
• Aquel deseo de los paganos podría haber suscitado en Jesús un sentimiento de alegría y de humana satisfacción. Perseguido y humillado en su propio pueblo, Jesús se veía reconocido por los extranjeros. Llegaba el momento en que iba a ser glorificado por los de fuera.
• Sin embargo, aquella glorificación no era la que cualquier maestro o predicador podría esperar. Jesús sabe que la hora de su glorificación coincide con la hora de su entrega y de su muerte. Jesús es el grano de trigo sepultado en el surco. Sólo así dará mucho fruto.
• La mayor parte de nosotros buscamos un momento de gloria en el reconocimiento social de nuestras obras. El evangelio deja bien claro que la gloria de Jesús viene solamente del Padre de los cielos, no del aplauso humano.

EL SERVICIO

Aun así, Jesús reconoce que su sacrificio será muy significativo para el mundo: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí”. Pero esa atracción no pasa por el triunfo humano sino por un servicio, al que se alude por tres veces: 
• “El que quiera servirme que me siga”. Los paganos buscan ver a Jesús, pero Jesús dirá que son dichosos los que creen sin haber visto. Hay que aprender a seguirle por el camino para servirle como a nuestro Maestro y nuestro Señor.
• “Donde esté yo, allí también estará mi servidor”. Si con frecuencia caemos en la tentación de la altanería, Jesús nos recuerda que estamos llamados al servicio. Lo compartimos con él en la vida y lo compartiremos con él en la gloria.
• “A quien me sirva, el Padre lo premiará”. Al fin de la jornada, lo que realmente vale ante el Padre celestial no son nuestros triunfos sociales, sino el humilde servicio que cada día prestamos a su Hijo y a su mensaje.
- Padre santo, que tu voz nos ayude a descubrir la vida y el misterio de tu Hijo, para que nos dispongamos a seguir sus pasos con alegría y podamos mostrar a todos los hombres el camino que lleva hasta Él. Amén
                                                                                  José-Román Flecha Andrés

CADA DÍA SU AFÁN 22 DE MARZO DE 2015

                                   DESAFÍOS DEL MUNDO ACTUAL

 Se suele decir que la Iglesia ha de adaptarse a la sociedad actual. Esa recomendación admite algunos matices. No todo lo que se nos ofrece nos conduce a la realización del proyecto de Dios. Es necesario prestar atención a la realidad social con el fin de descubrir en ella los signos del Reino de Dios.
En su exhortación La alegría del Evangelio, el Papa Francisco nos recuerda que “es preciso esclarecer aquello que pueda ser un fruto del Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios” (EG 51).
De hecho, señala algunos aspectos positivos que encontramos en los ámbitos de la salud, de la educación y de la comunicación social. Pero también recuerda que “la mayoría de hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con funestas consecuencias” (EG 52).
 El Papa enumera al menos seis consecuencias: el miedo y la desesperación, la pérdida de la alegría, el aumento de la violencia y la inequidad y  el tener que vivir con poca dignidad. Ese panorama debería suscitar en los evangelizadores no sólo una compasión personal sino también la decisión de promover el cambio de las estructuras injustas.
Entre las causas que han desencadenado esas consecuencias, menciona él los saltos producidos por el desarrollo científico y por las innovaciones tecnológicas con sus rápidas aplicaciones a la naturaleza ambiental y a la vida humana. El desarrollo científico y técnico es apreciado positivamente, pero su aplicación concreta puede producir efectos negativos.
El Papa Francisco incluye y explica cuatro propuestas de actitudes morales, que resultan verdaderamente provocativas:
• “No a una economía de la expansión”. Hoy se considera al ser humano como un bien de consumo que se puede usar y tirar. Tras la explotación y la opresión de la persona, hoy se impone su exclusión. “Los excluidos no son explotados, sino desechos, sobrantes” (EG 53).
• “No a la nueva idolatría del dinero”. La idolatría del dinero es inhumana. Las cosas no pueden ser más importantes que las personas. La tiranía del consumo, la trampa de la deuda, la corrupción y la destrucción del medio ambiente reflejan los intereses del mercado divinizado (EG 55-56).
• “No a un dinero que gobierna en lugar de servir”. Los grandes intereses determinan políticas y prácticas inhumanas. Es necesario que la economía y las finanzas vuelvan a una ética que apueste a favor del ser humano. “¡El dinero debe servir y no gobernar!” (EG 58).
• “No a la inequidad que genera violencia”. El sistema social y económico que se nos ha impuesto es injusto. Sin igualdad de oportunidades para todos, la violencia provocará una explosión. “La inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema” (EG 59).
Así pues, es necesario ejercer un discernimiento humano y evangélico sobre las ofertas que la sociedad nos presenta. No todo nos hace felices. Y no todo nos lleva al Reino de Dios.
                                                         
                                                                                    José-Román Flecha Andrés



miércoles, 11 de marzo de 2015

DOMINGO 4º DE CUARESMA B

REFLEXIÓN-DOMIN GO 4º DE CUARESMA 15 de marzo de 2015


                           El Monte Nebo (Jordania) recuerda el lugar donde Yahvé mostró a Moises la Tierra Prometida,

       EL SIGNO DE LA SERPIENTE

“El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra” (2Cr 36,23). Así habla Ciro, rey de los persas. Sus palabras se repiten al principio del libro de Esdras. La conquista de Babilonia por parte de Ciro es una buena noticia para los hebreos. Termina el tiempo de su exilio y se anuncia la posibilidad de retornar a Jerusalén y reedificar el templo.  
El segundo libro de las Crónicas presenta el exilio como un castigo de Dios por los pecados de su pueblo y por la dureza del corazón de sus gentes. Dios siempre había tenido  compasión de su pueblo. Por eso le había enviado mensajeros, pero las gentes se burlaron de ellos y despreciaron a los profetas.
A pesar de todo, prevalece la misericordia del Señor. Ciro es su mensajero. Y el gran rey reconoce que solo de Dios le ha venido el imperio. Así que Ciro aparece como un salvador enviado por el mismo Dios. Con él se empieza a entrever la continuidad de las instituciones davídicas.  

VIDA ETERNA

Cuatro palabras se repiten una y otra vez en el evangelio de Juan que se proclama en este cuarto domingo de Cuaresma: la salvación y la creencia, la vida eterna y la luz (Jn 3, 14-21).
• La salvación es liberación del mal. En el diálogo con Nicodemo, Jesús se compara con la serpiente de bronce que Moisés había levantado en el desierto. Los que volvían a ella sus ojos reconocían sus propios pecados. En Jesús levantado en alto descubrimos la misericordia de Dios que perdona nuestros pecados. “Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. 
• En esta primera mención a la fe, hasta cinco veces se habla de la necesidad de “creer” en Jesús y en su nombre, es decir en su misión. Esa es la actitud fundamental y necesaria para la salvación: “El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”.
• La vida eterna es un don que Dios entrega a los creyentes por medio de Jesús. O mejor, Jesús es el verdadero don de Dios. Quien crea en él tendrá vida eterna. La entrega de Jesús es signo del amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”.

LA LUZ Y LA VERDAD

La cuarta palabra que emplea este texto del evangelio de Juan es la luz. Los hombres a veces la detestan. Otras veces prefieren las tinieblas. Pero algunos se acercan a la luz.  Evidentemente, la luz no es algo, sino alguien. Con ella se identifica Jesús. 
• Detestan la luz todos aquellos que obran perversamente, porque no quieren verse acusados por la maldad de sus acciones u omisiones
• Prefieren las tinieblas a la luz todos aquellos que en el fondo de su conciencia han llegado a descubrir que sus obras son malas.
• Y se acercan a la luz los que realizan la verdad. La verdad no es algo que se conoce o se sabe. La verdad se practica cuando las obras son hechas según los planes de Dios.
- Padre santo, que tu Espíritu nos ayude a practicar la verdad, amar la luz y creer en tu Hijo Jesucristo, para que su salvación nos dé vida eterna. Amén
                                                                                                  José-Román Flecha Andrés

EL AFÁN DE CADA DÍA 15 de marzo de 2015

LA PRESENCIA DEL PADRE

 En muchos países católicos en la fiesta de San José se celebra también “el día del padre”. Es una buena ocasión para recordar y agradecer lo que el padre ha hecho por nosotros.
Es cierto que, por desgracia, la figura del padre ha sido muy devaluada en nuestra sociedad. Como siempre son muchas las causas y las responsabilidades quedan muy repartidas.
Se critica con frecuencia la figura del padre “ausente” de la familia. O del padre “periférico”. Se denuncia a veces su dureza en la educación de los hijos y otras tantas veces, su dejadez,  la inconsistencia de los valores que transmite, la incongruencia entre lo que dice y lo que practica.
Las tremendas adicciones de muchos jóvenes son atribuidas con demasiada dureza al padre de familia, olvidando que cada hijo tiene hoy muchos “educadores” dentro y fuera de la familia. Ya Jardiel Poncela criticaba a los críticos del padre: “Por severo que sea un padre juzgando a un hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a un padre”. 
La paternidad es una auténtica vocación. En su catequesis del día 4 de febrero de 2015, el Papa Francisco ha subrayado la necesidad de que el padre esté presente en la familia. Una necesidad que implica múltiples exigencias: “Que sea cercano a la esposa para compartir todo: alegrías y dolores, cansancios y esperanzas. Y que sea cercano a los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando tienen ocupaciones, cuando son despreocupados y cuando están angustiados, cuando se expresan y cuando son taciturnos, cuando se lanzan y cuando tienen miedo, cuando dan un paso equivocado y cuando vuelven a encontrar el camino”.
Como tratando de resumir su pensamiento, añadía a continuación una especie de consigna y una observación: “Padre presente siempre. Decir presente no es lo mismo que decir controlador. Porque los padres demasiado controladores anulan a los hijos, no los dejan crecer”.
Nuestra cultura ha dedicado hermosas canciones a la esperanza y la paciencia de la madre. Y con toda razón. En este caso, el Papa Francisco ha atribuido también al padre esas virtudes: “Un buen padre sabe esperar y sabe perdonar desde el fondo del corazón… El padre que sabe corregir sin humillar es el mismo que sabe proteger sin guardar nada para sí”.
Ya sabemos la importancia que una corriente psicológica ha atribuido al momento de “la muerte del padre”. Con esa expresión se pretende subrayar la necesidad de crecer y de desarrollar la autonomía personal. Sin embargo, ese desprendimiento del modelo paternal no debería implicar olvido e ingratitud por el bien recibido del padre.
Con razón decía Guillaume Apollinaire que “no se puede llevar consigo a todas partes el cadáver del padre”. Crecer es recrear lo mejor que se ha recibido. Cuando un hijo reconoce lo mucho y bueno que su padre le ha transmitido y se lo agradece de corazón se está ganando el respeto y la gratitud de sus propios hijos.
                                                                                     José-Román Flecha Andrés



viernes, 6 de marzo de 2015

VIA CRUCIS-(Fano)




























DOMINGO 3º DE CUARESMA B

REFLEXIÓN- DOMINGO 3º DE CUARESMA. B. 8 de marzo 2015

EL TEMPLO Y JESÚS

“Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí” (Éx 20,2). Así suena la introducción al Decálogo que, de parte de Dios, Moisés entrega al pueblo de Israel. Antes de enumerar los mandamientos, se recuerda la acción liberadora de Dios. La iniciativa ha venido de Él.
A la luz de ese recuerdo, los mandamientos se entienden como la respuesta humana a aquella iniciativa de Dios. Si el pueblo quiere ser libre habrá de tutelar los grandes valores morales, como la dignidad de la familia y de la vida humana, la armonía del matrimonio, la promoción de la justicia y el testimonio de la verdad. 
Pero, junto a esos valores humanos, que garantizan la paz y la convivencia social, hay que descubrir el valor de lo divino. Sólo Dios es Dios. Poner a las cosas o a las estructuras en el puesto de Dios es caer en el barranco de la idolatría.

ENTREGA Y PROMESA

En este tercer domingo de cuaresma se proclama un conocido relato del evangelio de Juan (Jn 2, 13-25). En vísperas de la fiesta de la Pascua, Jesús expulsa de  los pórticos del templo de Jerusalén a los mercaderes que venden bueyes, ovejas y palomas para los sacrificios y a los que cambiaban el dinero profano por las monedas aceptadas para las ofrendas.    
Como se ve, la actividad de los mercaderes estaba al servicio del culto que se celebraba en el templo. Pero oscurecía el camino de la fe y apagaba la alegría de los salmos de los peregrinos que llegaban de lejos. El texto nos dice que solo Dios es Dios. Es fácil sustituirle por los ídolos. Hasta el comportamiento más cercano a lo sagrado puede estar impregnado por la mundanidad.
Los fariseos piden a Jesús un signo que demuestre la autoridad con la que actúa al expulsar a los vendedores y oponerse al sistema establecido. Pero no son capaces de admitir los signos de misericordia y compasión que Jesús va derramando por todas partes. Y menos aún reconocen a Jesús como el verdadero y definitivo signo de Dios.

LOS SIGNOS Y LA VOZ

El relato evangélico de la limpieza del templo incluye una triple observación que merece ser meditada también en estos días:
• Jesús hablaba del templo de su cuerpo. Cristo muerto y resucitado es el templo último y definitivo. Su humanidad era, es y será el espacio en el que Dios se manifiesta al hombre y en el que los hombres pueden acercarse  verdaderamente a Dios.
• Jesús ofrecía como signo su poder para reconstruir el templo. Pero no se refería a la construcción herodiana, sino a su propio cuerpo. En él descubrimos a Dios. En él damos gloria a Dios y nos encontramos en oración con todos los creyentes.
• Cuando Jesús resucitó, sus discípulos se acordaron de sus palabras y dieron fe a la Escritura y a la palabra de Jesús. No se trata solo de un recuerdo psicológico. Se trata de una memoria en el Espíritu, que lleva a los discípulos hasta la verdad plena.
- Padre santo, que tu Espíritu nos ayude a descubrir el valor de tus mandamientos, a reconocer a Jesús resucitado como el signo definitivo de tu misericordia y a creer en su palabra de vida y salvación.
                                                                                José-Román Flecha Andrés