viernes, 12 de junio de 2015

jueves, 11 de junio de 2015

EL HOMBRE Y LA VIDA

                                               
LA FE TIENE ALGO QUE DECIR A LA SOCIEDAD
El marxismo ha acusado a la fe cristiana de alienar a los creyentes y de alejarlos de las reales necesidades del pueblo. Por otra parte, en la cultura occidental se ha presentado la fe como un sentimiento meramente personal, negándole toda pretensión de influir en la vida pública. 
Ya el Concilio Vaticano II había respondido adecuadamente a ambos  prejuicios, por ejemplo en la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy, afirmando que la esperanza del mundo futuro nos exige comprometernos en la edificación del mundo presente (GS 39).
 Pues bien, en el capítulo cuarto de su exhortación apostólica La alegría del Evangelio (EG), también  el Papa Francisco desmiente esas viejas acusaciones, al afirmar que “en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros”  (EG 177). 
Con motivo de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York, se escribió que los creyentes en un Dios absoluto son la causa de la violencia y del fundamentalismo. No es verdad. Nuestra fe en el Dios de Jesucristo  promueve el amor al prójimo, la fraternidad y la justicia y nos lleva a ejercer el servicio de la compasión que comprende, asiste y promueve a la persona (EG 178-179).
La esperanza cristiana mira a un futuro absoluto, pero siempre genera historia en el presente (EG 180-181). La Iglesia se siente obligada por su fe a concretar en la práctica los grandes principios sociales (EG 182). La razón es muy sencilla: la fe no puede relegarse solamente al ámbito de la intimidad de las personas. “Una auténtica fe –que nunca es cómoda e individualista- siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra” (EG 183).

SOLIDARIDAD Y DESARROLLO

El Papa evoca algunos de los muchos textos bíblicos que nos llevan a escuchar el clamor de los pobres y a socorrerlos (EG 187). Esta escucha no es una misión reservada a unos pocos santos como Francisco de Asís o Teresa de Calcuta. Todos los creyentes estamos llamados prestar una atención personal a los pobres pero también a cooperar para resolver las causas estructurales de la pobreza, para promover el desarrollo integral de los pobres y para hacernos solidarios con las miserias que encontramos cada día a nuestro paso (EG 188).
Es cierto que el valor de la solidaridad se ha puesto de moda desde hace unos años, pero habrá que tener en cuenta su ambigüedad. De hecho, a veces se la entiende como un simple  sentimiento pasajero, con mucha frecuencia motivado solamente por los desastres naturales.
El Papa Francisco evoca la solidaridad en una frase que puede resultar sorprendente a los que estaban acostumbrados a subrayar el derecho a la propiedad privada. Es cierto que esta enseñanza ya era habitual en la Doctrina social de la Iglesia, pero la formulación actual puede resultar novedosa:
“La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde” (EG 189). Así pues, el derecho a la propiedad privada se justifica por su función de servicio al bien común. 

DEFENSA DE LA NATURALEZA

Esta reflexión papal sobre la solidaridad implica también un inevitable compromiso personal y social con vistas a la defensa de la naturaleza. Hay quien se cree dueño de la tierra y piensa que puede explotar sus recursos de forma interesada.
En su encíclica Caridad en la verdad, Benedicto XVI propugnaba el ejercicio de la caridad intrageneracional y de la caridad intergeneracional. Según él, nuestros atentados contra el ambiente dañan fundamentalmente a los pobres de hoy, pero privan también de bienes necesarios a los habitantes futuros del planeta. El Papa Francisco recuerda oportunamente que “el planeta es de toda la humanidad y para toda la humanidad” (EG 190).
Como respondiendo a conocidos y anticuados clichés ambientalistas y demográficos, de tipo maltusiano, ampliamente utilizados por organismos internacionales, afirma también que “existe alimento para todos; el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la renta…y de la práctica generalizada del desperdicio” (EG 191).

jueves, 11 de junio de 2015

DOMINGO 11º DEL TIEMPO ORDINARIO B

REFLEXIÓN-DOMINGO 11º DEL TIEMPO ORDINARIO. B. 14 de junio de 2015

ÁRBOLES Y AVES
“Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré…Y todos los árboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos y ensalza los árboles humildes, seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos”. Con un lenguaje alegórico, este texto del profeta Ezequiel describe algunos rasgos del proceder de Dios (Ez 17,22-24).
En primer lugar, el profeta subraya la iniciativa de Dios. Él es quien elige los pueblos, los eleva o los deja de lado, como hace el labrador con los esquejes de los árboles que decide trasplantar de un terreno a otro.
En el texto se repite dos veces la palabra “arrancaré” y tres veces la palabra “plantaré”. Con estas promesas se  deja entrever la voluntad de Dios y su iniciativa sobre la historia de las personas y de los pueblos
La lección queda aclarada al final: “Yo soy el Señor… Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré”. Evidentemente, no tiene sentido la altanería humana. Una enfermedad, una catástrofe natural o unas elecciones políticas pueden cambiar la vida de una persona o la de un pueblo.
 
LA ESPERANZA EN PARÁBOLAS

Hoy escuchamos dos parábolas que solo se encuentran en el evangelio de Marcos (Mc 4, 26-34). Con las dos trata Jesús de exponer el misterio del Reino de Dios. Su lenguaje y las imágenes que emplea podían llegar perfectamente a la mente de los oyentes del Maestro.
 • En la primera el reino de Dios se compara con un hombre que echa la simiente en la tierra y se aleja del campo, mientras que la semilla va creciendo por sí sola, sin que él sepa cómo. Es claro que nuestra evangelización y testimonio puede llevar el Reino de Dios a un lugar o a una cultura. Pero no depende de nosotros que eche raíces y prospere.
• En la segunda parábola se menciona la semilla de la mostaza. Es tan pequeña como la punta de un alfiler. Pero crece hasta convertirse en un árbol. Así es el Reino de Dios. Los que sólo piensan en grande, nunca sospecharían que una iniciativa de evangelización, aparentemente insignificante, puede llegar a dejar un rastro importante en el mundo.
La primera parábola nos invita a vivir en humildad, porque el Reino de Dios crece aunque nosotros nos quedemos dormidos. La segunda parábola nos anima a vivir en la esperanza, puesto que el Reino de Dios tiene una fuerza que no podemos sospechar.  
 
LAS AVES Y SUS NIDOS

Así pues, las dos parábolas contienen una crítica de las dos tentaciones habituales contra la esperanza: la presunción de quienes se atribuyen todos los méritos de la evangelización, y la desesperanza de quienes desconfían de la fuerza del Evangelio. En el fondo, ambos creen en sí mismos más que en el poder de la Palabra de Dios.
• Pero hay un detalle común que se encuentra tanto en la profecía de Ezequiel como en la catequesis de Jesús: la alusión a los pájaros y a los nidos. Las aves del cielo pueden llegar a anidar tanto entre las altas ramas del cedro como entre las ramas de un árbol más modesto como es el de la mostaza. Los pájaros viven y cantan en los árboles, sea el que sea su tamaño.  
• Así pues, el resultado de la evangelización no depende solamente de la vigilancia del sembrador, ni del tamaño o la aparente importancia de su  iniciativa, ni de la altura o la calificación social del desarrollo que alcance según la apreciación habitual. Evidentemente, “lo esencial es invisible para los ojos”. Todo es gracia
- Padre celestial, mira compasivo nuestra voluntad de colaborar en la llegada de tu Reino, líbranos del orgullo y también del desaliento, para que en todo se vea la fuerza de tu gracia. Amén.

viernes, 5 de junio de 2015

lunes, 1 de junio de 2015

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO B

REFLEXIÓN- SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO.B. -7 de junio de 2015

                                       Última Cena. Panteón de los reyes de la Basílica de San Isidoro. León
LA SANGRE DE LA ALIANZA
“Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos”. Con estas palabras acompaña Moisés el rito de asperjar a las gentes de su pueblo con la sangre de los animales degollados como sacrificio de comunión (Ex 24, 8).
Estas palabra están colocadas como culminación de lo que se suele conocer como el “Códice de la Alianza”. La experiencia religiosa del Monte Sinaí significa la revelación de Dios al pueblo de Israel. El Dios que lo ha liberado de la esclavitud sufrida durante tantos años en las tierras de Egipto. El único de Dios.
Ahora bien, la iniciativa liberadora de Dios no estaba completa si el pueblo no asumía de forma responsable la tarea de continuar su liberación. Eso significan las normas contenidas en el Decálogo. De ahí que la moral de Israel haya que entenderla como la “Moral de la Alianza”.
La aspersión con la sangre de las víctimas ofrecidas al Señor es el sello que viene a ratificar esa alianza entre Dios y su pueblo. Hay un pacto de Sangre entre el libertador y los liberados. La libertad es un don gratuito, pero es también una tarea responsable 

LA ENTREGA DEL PAN

El texto evangélico que hoy se proclama nos sitúa en el contexto de la última cena que  Jesús celebra con sus discípulos antes de su muerte. Dos de ellos la han preparada en la casa del hombre del cántaro. Se supone que es la cena pascual. Los hebreos sacrifican en el templo los corderos y dan gracias por la liberación que Dios concedió a sus padres.
Mientras están a la mesa, Jesús toma el pan, pronuncia la bendición, lo parte y se lo da a sus discípulos: diciendo: “Tomad, esto es mi cuerpo”. La entrega del pan, significa que Jesús ha entregado su vida por los suyos y ha de entregarla de forma definitiva.  Aquel gesto abrazaba los tiempos. A la vez recordaba esa entrega y la anticipaba. 
Pero, al mismo tiempo aquel gesto se convertía en modélico y normativo. Los discípulos habrían de repetir el signo y su significado. Celebrarían la eucaristía con fe en su Señor. La repetirían en la esperanza de su manifestación. Y la convertirían en memorial y signo de su caridad, es decir de su amor a su Maestro y de su amor recíproco.

EL VINO NUEVO

A continuación Jesús hace lo mismo con una copa de vino. Pronuncia la acción de gracias a Dios, la pasa a sus discípulos y todos van bebiendo de ella. Las palabras del Maestro han quedado grabadas en la memoria de los suyos:
 • “Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”. Jesús es el nuevo Cordero de la Pascua nueva y universal. Con la sangre de Jesús, Dios renueva su alianza. Pero ahora no la ofrece solamente por los hebreos que peregrinan por el desierto. La ofrece en señal de redención por todos los hombres.
• “No volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. La copa se pasaba de mano en mano como signo de comunión. Nos impresiona esa certeza de Jesús de que ya no beberá vino. Pero lo verdaderamente importante está en la segunda parte de la frase. Jesús anuncia la total novedad de la comunión fraterna en el Reino de Dios.
- Señor Jesús, en este día en que veneramos el regalo de tu cuerpo y de tu sangre, te damos gracias por el signo del pan y del vino. Por haberte quedado con nosotros en la Eucaristía. Por entregarte cada día por nosotros. Y por anunciarnos la eterna novedad del amor y del servicio compartido. Amén. 

Carta de Albert Einstein a su hija



El Amor. Carta de Albert Einstein a su hija

A Lieserl Einstein.
Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.

Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.



 



Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros.Esta fuerza universal es el AMOR.

Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.

El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras.El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo.El amor revela y desvela.Por amor se vive y se muere.El Amor es Dios, y Dios es Amor.



Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.

Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.

Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía.
Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.



Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.

Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta!.

Tu padre,

Albert Einstein