jueves, 25 de febrero de 2016

REFLEXIÓN - DOMINGO 3º DE CUARESMA. C. 28 de febrero de 2016

CUANDO DIOS HABLA
 “Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza” (Ex 3,3). No son palabras tan solo. Moisés se  acerca a la zarza que arde sin consumirse. Este texto que hoy se proclama encierra tres referencias personales.
 • Dios, que no es indiferente a la suerte de los hombres. Su misericordia tiene en cuenta la miseria de los que se afanan y de los que sufren. Prestar atencion a esos signos que Dios envía puede convertirnos en portavoces de su palabra y en agentes de la liberación.  
• Moisés, que se ha habituado a la rutina de cada día. Pero está preparado para escuchar la voz de Dios que, de pronto, le habla en el escenario del pastoreo. Es preciso ver lo admirable y asombroso de la intervención de Dios en la peripecia de lo acostumbrado. 
• El pueblo de Israel, que ya se ha habituado a la esclavitud. Pero Dios “ha visto” la opresión que sufre su pueblo. Él toma la iniciativa. La fe en Dios nos rescata de la esclavitd. También a nosotros Dios nos ofrece la libertad y nos restituye la dignidad perdida.

LA TORRE

En el tercer domingo de cuaresma se nos recuerdan dos hechos que debieron de llegar a los oídos de Jesús: una horrible matanza de peregrinos decidida por Pilato y el derrumbe de la torre de Siloé que aplastó a algunos obreros (Lc 13, 1-9). ¿Qué pensar de ello?
• A Moisés Dios le habló en la rutina de las tareas diarias del pastoreo. El evangelio nos dice que Dios nos habla también a través de los acontecimientos que a veces nos sobresaltan y que siempre nos plantean las grandes cuestiones sobre el bien y el mal.
• A la vista de aquellas desgracias, muchos se preguntaban qué mal habían cometido las víctimas. Según Jesús, la desgracia no siempre responde al pecado. Si así fuera, también merecerían la muerte algunos de sus oyentes, que sin duda eran pecadores.   
•  Así pues, más que hacerse preguntas teóricas sobre la naturaleza y las causas del mal, hay que adoptar una decisión práctica. Es urgente aprovechar el momento presente para abrir el corazón a la conversión.

 LA HIGUERA

Pero en el relato evangélico que hoy se proclama se incluye, además, una breve parábola: la de la higuera que ha dejado de dar frutos. ¿Qué hacer ante ello? El texto incluye un breve diálogo entre el dueño de la viña y el viñador encargado de cultivarla.
 •  “Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?”. Esa parece ser la decision del dueño de la viña en la que está plantada la higuera. Es una severa advertencia a esa esterilidad nuestra que ya se ha vuelto crónica. No podemos resignarnos. El papa Francisco ha dicho hace poco que la misericordia de Dios es muy grande, pero su justicia es perfecta.
• “Señor, déjala todavía este año”. Junto a la tentación de la acedia podemos caer también en la del pesimismo. La sugerencia del viñador nos exhorta a redoblar el esfuerzo y el trabajo. A mantener la esperanza y la paciencia. A interceder cada día por nuestros hermanos. Y, por último, a dejar el juicio y la última decisión al Señor, que es el único dueño de la viña. 
 - Señor Jesús, queremos escuchar tu palabra, que nos habla a través de los acontecimientos. Que esa escucha nos mueva a la conversión del corazón. Y que la conversión se manifieste en los frutos de vida que tú esperas de cada uno de nosotros.   Amén.

                                                               José-Román Flecha Andrés

CADA DÍA SU AFÁN 27 de febrero de 2016

                                          
OBRAS DE MISERICORDIA

El día 8 de diciembre de 2015 se han cumplido cincuenta años desde la clausura del Concilio Vaticano II. El papa Francisco ha decidido celebrarlo por medio de un año santo dedicado a anunciar, celebrar y vivir la misericordia.  La que Dios nos ofrece cada día. Y la que hemos de ofrecer a todos nuestros hermanos.
Es este un año para hacer de la misericordia el eje, el motivo y el acicate de la nueva evangelización. La convocatoria de un jubileo extraordinario sobre la misericordia no puede ser desaprovechada.
Nuestras parroquias, los encuentros, los retiros y las catequesis para jóvenes y adultos. Todas nuestras actividades han de ayudarnos a descubrir el don de la misericordia de Dios y la responsabilidad de practicar esa tarea. Todo ha de llevarnos a practicar las obras de misericordia.
En la bula El rostro de la misericordia, con la que ha convocado el jubileo,  el papa Francisco manifiesta expresamente su deseo de que la comunidad cristiana preste más atención al ejercicio inesquivable de las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales:
“Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina”.
Aunque las obras de misericordia aparezcan explícitamente en el Catecismo de la Iglesia Católica, tal vez las tengamos un tanto olidadas. Sin embargo, como ha escrito el Papa, “la predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos”.
El viejo refrán nos recordaba que “obras son amores y no buenas razones”. Algo parecido nos dice el Papa al recordarnos que  las obras de misericordia son una prueba de la seriedad con la que aceptamos y vivimos nuestra vocación cristiana.
Por si las habíamos olvidado, en la bula papal se nos recuerdan las llamadas obras de misericordia corporales: “dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos”. Si bien se mira, son el anticipo multisecular de los modernos voluntariados y aun de muchos programas sociales y políticos.
Además, el Papa nos pide que no olvidemos tampoco las obras de misericordia espirituales: “dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a  Dios por los vivos y por los difuntos”.
Estas tareas propias del amor y de la compasión no nacen de una estrategia eclesial ni de un movimiento sentimentalista, sino que encuentran su origen y su sentido en la misma predicación de Jesús. Hora es de recordarlas y ponerlas en práctica.
                                                                    José-Román Flecha Andrés

miércoles, 17 de febrero de 2016

martes, 16 de febrero de 2016

DOMINGO 2º DE CUARESMA C

REFLEXIÓN - DOMINGO 2º DE CUARESMA. C. 21 de febrero de 2016

UNA VOZ EN EL MONTE

 “Dios sacó afuera a Abraham y le dijo: Mira al cielo, cuenta las estrellas si puedes. Y añadió: Así será tu descendencia... Aquel día el Señor hizo alianza con Abraham en estos términos: A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río”. Ese es el comienzo y el final de la primera lectura que se proclama en este segundo domingo de Cuaresma (Gén 15, 5.18).
 • Como vemos, Dios se manifiesta a Abraham por medio del cielo estrellado. En el evangelio de hoy Dios se manifiesta a los discípulos por medio de su Hijo Jesús .
• Dios promete a Abraham la posesión de una tierra. En el evangelio de la transfiguración, la gran promesa de Dios es la presencia de su Hijo entre nosotros.
• En el téxto del Génesis un sueño profundo invadió a Abraham y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. También en el evangelio se menciona el sueño de los apóstoles, que, además, se asustaron al entrar en la nube, símbolo de la presencia de Dios.
Como vemos, la suerte del hombre no es indiferente a Dios. Las dos manifestaciones que hoy se recuerdan nos llevan a preguntarnos cómo se manifiesta Dios en la historia de la humanidad y en nuestra propia experiencia.

LOS SÍMBOLOS

En el segundo domingo de cuaresma se nos presenta la transfiguración de Jesús en lo alto de un monte. Quienes han peregrinado a Tierra Santa nunca podrán ya olvidar la experiencia religiosa vivida en aquel lugar. Ni los símbolos que salpican el texto evangélico que hoy se proclama (Lc 9, 28-36).  
•  “La montaña en la Biblia representa el lugar de la cercanía con Dios y del encuentro íntimo con él; el sitio de la oración, para estar en presencia del Señor”. Así nos lo ha recordado el papa Francisco.
• La nube representa la majestad de Dios que, al mismo tiempo, se nos muestra como cercano e invisible, amoroso pero inaferrable. La nube es la imagen de su misericordia, que nos ilumina y nos guía por el desierto de nuestra vida
• Moisés y Elías representan la Ley y los Profetas, es decir, los dos grandes pilares de la fe de Israel. Ellos dan testimonio de la verdad y de la misión de Jesús, que ha de culminar en su muerte y su entrega por nosotros.

 LAS PALABRAS

Además de los signos,  el relato evangélico de la transfiguración de Jesús nos presenta el cruce de dos palabras. La palabra humana y la papabra divina:
 •  “Maestro, qué hermoso es estar aquí. Haremos tres tiendas:  una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Esa es la voz de Pedro. Necesitamos descubrir que la belleza más auténtica radica en la verdad. Y que ambas se hacen oración en los que creen. Nos gustaría que toda la humanidad descubriera la belleza del mensaje y de la compañía del Señor.
• “Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. Esa es la voz que viene de la nube, es decir del mismo Dios. Él se nos revela como Padre de Jesús y Padre nuestro. Su voluntad es que escuchemos al que Pedro reconoce como Maestro. Su voz ha de prevalecer sobre todas las voces que tratan de seducirnos. En él está la vida.
 - Señor Jesús, tu transfiguracion en lo alto del monte nos recuerda que eres tan humano que necesitas acercarte a Dios. Y eres tan divino que en ti se cumplen las Escrituras y se  manifesta la gloria del Padre. Ayúdanos a ser testigos de tu misión.   Amén.
                                   José-Román Flecha Andrés

CADA DÍA SU AFÁN. 20 de febrero de 2016

OBRAS DE MISERICORDIA EN EL CAMINO JUBILAR

 El mensaje que el Papa Francisco nos ha dirigido para la cuaresma de este Año Santo de la Misericordia podría ser resumido en estos cinco puntos.
1. En primer lugar, recordamos la misericordia de Dios con Israel.  “Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar sobre su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad”.
2. En un segundo momento, el Papa  evoca la figura de María de Nazaret.  “Después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el ángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido”. Prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo. 
3. Después, Dios derrama su misericordia sobre Hijo hecho hombre, hasta   hacer de él la «Misericordia encarnada». En cuanto hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel y encarna la escucha perfecta de Dios que se pide a todo judió en el texto del Shemà: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5).
Sobre todo, la misericordia divina se ha manifestado en Jesucristo muerto y resucitado.  “En  Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él”. 
4. Ahora bien, la misericordia de Dios se irradia también en la vida de cada uno de nosotros, “impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales”. Por estas obras  nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos. Gestos de ayuda a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu. Sobre esos gestos seremos juzgados por el Señor.
Recordando la parábola evangélica del rico y el pobre Lázaro, el Papa Francisco nos exhorta a ver al pobre que vive a nuestro lado y a reconocer mestra propia pobreza. Esa miseria que nos lleva a usar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino para hacernos olvidar que no somos más que pobres mendigos.  
5. La Cuaresma de este Año Jubilar es un tiempo favorable para salir de nuestra pobretería espiritual gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia.  Tocando en el pobre la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la luz para percibir que él mismo es un pobre mendigo.  Sólo en este amor se calma la sed de felicidad y de amor que pensamos poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Así pues, no perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión.

                                                                  José-Román Flecha Andrés 

viernes, 12 de febrero de 2016

20 VIA CRUCIS DESDE LA PALABRA DE DIOS


20 formularios de Vía Crucis desde la Palabra de Dios, los Santos Padres, los Místicos, la Liturgia y la vida diaria del hombre.

I. EL DON DE DIOS EN JESUCRISTO
1. "El Verbo de Dios se hizo carne"
2. Llamados a seguir a Jesús
3. Jesús nos revela el rostro del Padre
4. Jesús nos revela la dignidad humana
5. "Anunciamos tu muerte"
6. "Proclamamos tu resurrección"
7. "¡Ven, Señor Jesús!"
8. Jesús nos revela la misericordia de Dios
9. Jesús nos revela la fidelidad de Dios
10. El misterio de nuestra redención

II. LA TAREA HUMANA
11. La libertad
12. el don de la fe
13. La esperanza
14. Caridad y solidaridad
15. La verdad
16. La oración
17. La pobreza
18. La fortaleza
19. La humildad
20. El rumor de la vida

III. UN CREDO PARA LA PASCUA

lunes, 8 de febrero de 2016

DOMINGO 1º DE CUARESMA C

REFLEXIÓN - DOMINGO 1º DE CUARESMA. C. 14 de febrero de 2016

SOLO DIOS ES EL SEÑOR
 “Traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”. Con esta ofrenda concluye el llamado “credo” del Israelita, que se contiene en el libro del Deuteronomio (Dt  26,10). Un texto venerable, que une el pasado y el presente del pueblo elegido por Dios.
• Del pasado remoto, se recuerda la época del pastoreo, pero también el hambre que obligó a los antepasados a emigrar a Egipto. Buscaban allí los medios para sobrevivir, pero se vieron obligados a servir en una dura esclavitud.  
• Un segundo momento estaba marcado por la súplica insistente ante el Señor. Y, sobre todo, por la intervencion de Dios, que misericordiosamente abrió ante el pueblo los caminos de la liberación y le entregó una tierra que manaba leche y miel
• El tercer momento es el presente. El israelita se acerca al templo a ofrecer al Señor las primicias de los frutos del campo. Con ese gesto no hace más que devolver a Dios una pequeña parte de lo que ha recibido de Él. Solo Dios es el Señor de su historia, de su vida y de sus bienes. 

TRES OBRAS DE MISERICORDIA

El evangelio  del primer domingo de cuaresma nos recuerda todos los años las tentaciones de Jesús. Este año se proclama el texto del evangelio de Lucas (Lc 4,1-13). Entre las numerosas aplicaciones de este pasaje, el año de la Misericordia puede sugerirnos estas tres.
• Ante la primera tentación, que nos ofrece panes, la primera obra de misericordia nos exhorta a “dar de comer al hambriento”. Pero el Señor nos recuerda que el hambre de nuestros hermanos no se satisface solo con alimentos de la tierra. Hay un Pan que da vida eterna.
• Ante la segunda tentación, que nos ofrece poder y gloria, pensamos en la obra de misericordia que nos lleva a “vestir al desnudo”. El vestido defiende la intimidad y subraya la dignidad de la persona. Pero la gloria verdadera sólo nos la da la escucha de la Palabra de Dios.
• Ante la tercera tentación, que nos sugiere poner a  prueba al mismo Dios, evocamos la obra de misericordia que nos pide “dar buen consejo al que lo necesite”. Por imprudencia y orgullo atentamos contra el amor, la vida y la familia, para culpar cínicamente a Dios.
  
 DE JESÚS A DIOS

Pero el relato evangélico que hoy se proclama no se limita a ofrecernos unas reflexiones sobre el buen comportamiento con nuestros semejantes. Como siempre, el evangelio nos habla  sobre todo de Jesús. Y, en consecuencia,  nos presenta al Dios de Jesús. 
 •  De Jesús se nos dice que en lugar de dialogar con Satanás,  como había hecho Eva en el paraíso terrenal, el Hijo de Dios se refugia en la Palabra de Dios y responde con la fuerza de esta Palabra. Esa es la sugerencia que nos ofrece el papa Francisco.
• De Dios se nos dice que es el verdadero y único Señor. Satanás afirma tener el poder sobre todo, pero miente. Pretende ser adorado para entregarnos ese poder, pero nos engaña. Solo podemos adorar a Dios. Y lo hacemos gratuitamente, sin aspirar al poder y al tener.  
 - Señor Jesús, sabemos que también hoy la humanidad se pregunta si eres el Hijo de Dios. Nuestra fe lo confiesa sin necesidad de someterte a prueba, como hizo el diablo. Apoyados en la Palabra de Dios, como tú, queremos proclamar tu vida y tu verdad. Amén.

                                                                                        José-Román Flecha Andrés

CADA DÍA SU AFÁN 13 de febrero de 2016

                                  
EL HAMBRE Y LA SIEMBRA

“Plántale cara al hambre: siembra”. Así exhorta e interpela a nuestra conciencia y a nuestras estructuras el lema elegido por Manos Unidas para la campaña de este año 2016. La campaña n. 57 se lanza al aire por medio de varios eventos y celebraciones que se agrupan en torno al día 14 de febrero.
Como se sabe, Manos Unidas es una prestigiosa y benemérita ONG de Desarrollo de la Iglesia Católica. Aunque su actividad a favor de la justicia es muy amplia,  se ha dado especialmente a conocer por sus campañas en torno a la Jornada del Hambre en el mundo, que se celebra todos los años en el mes de febrero. 
Pues bien, con esta campaña se inicia un nuevo trienio de lucha contra el hambre en el mundo. A lo largo de estos próximos años, Manos Unidas se propone trabajar para dar respuesta a las causas y problemas que provocan todavía hoy el hambre en el mundo.
Al finalizar el Gran Jubileo del año 2000, el Papa Juan Pablo II se lamentaba de que, a estas alturas de la historia, el hambre fuese todavía un gravísimo problema para el cual no se hallaba una solución. Sabemos que en el mundo unos 800 millones de personas padecen la plaga apocalíptica del hambre.
Como respondiendo a viejos prejuicios, en su exhortación “La alegría del Evangelio”, el papa Francisco  afirma que “existe alimento para todos; el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la renta…y de la práctica generalizada del desperdicio” (EG 191). Ya desde el primer momento de su pontificado, ha denunciado varias veces el desperdicio de objetos y de alimentos que, lleva también al descarte de las personas que se consideran inútiles en la sociedad.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a la que se ha dirigido recientemente el mismo Papa, le da la razón. De hecho, admite que la capacidad productiva de la población mundial podría ser más que suficiente para alimentar a 12 mil millones de personas. Casi el doble de los siete mil millones de habitantes del planeta. 
Pues bien, aun antes de pensar en las posibles soluciones del drama, la organización Manos Unidas desea  invitarnos a todos a tener ante la vista una triple constatación:
1. El mal uso que generalmente y de forma poco responsable estamos dando a los recursos energéticos y alimentarios y energéticos.
2. La amplia difusión de un sistema económico internacional que privilegia el beneficio y excluye a los más débiles de la sociedad.
3. Un estilo general de vida y de consumo que termina por aumentar la exclusión y la vulnerabilidad de muchos ciudadanos.
Así pues, Manos Unidas cuenta con la generosidad de los católicos y de todas las personas de buena voluntad. Pero su objetivo principal no es pedir una limosna, sino promover un nuevo estilo de vida, cambiar nuestra mentalidad antes que nuestras leyes. La promoción de la siembra es una buena imagen de lo que se impone con urgencia.
                                                                             José-Román Flecha Andrés