jueves, 26 de febrero de 2015
REFLEXIÓN-DOMINGO 2º DE CUARESMA. B. 1 de marzo de 2015
EL HIJO AMADO
“No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo” (Gén 22,12). El ángel del Señor detiene así la mano de Abrahán, dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac. A cambio Dios le promete la bendición de una descendencia innumerable, como las estrellas del cielo y las arenas de las playas.
Este relato bíblico ha escandalizado a muchos creyentes, que se preguntan cómo Dios puede pedir a un padre que le sacrifique su único hijo. El contexto histórico cultural puede ayudar a entenderlo. Los pueblos cananeos, como tantos otros, reconocían a sus dioses como origen y dueños de la vida. Por eso les ofrecían la vida de los primogénitos.
Pero el pueblo de Israel ha comprendido que su Dios no quiere la vida humana. Y que ésta puede ser representada por el sacrificio de un animal. Andando el tiempo habrá de descubrir que no basta ofrecer la sangre de un animal. Dios prefiere el sacrificio de un corazón contrito y humillado. Ese es el verdadero sacrificio. Abrahán ha dado prueba de su obediencia a Dios. Y eso basta para demostrar su fidelidad y alcanzar las bendiciones del Señor.
ENTREGA Y PROMESA
En este segundo domingo de cuaresma el evangelio de Marcos (Mc 9, 1-9) propone a nuestra meditación el relato de la transfiguración de Jesús en el monte. Cabe preguntarse qué relación guarda este texto con el del libro del Génesis que se lee en la santa misa.
• Si Abrahán había decidido no reservarse a su único hijo, Isaac, tampoco el Padre celestial se reserva a Jesús, su Hijo amado. Jesús es el nuevo Isaac que carga con el instrumento de su sacrificio para subir hasta el monte, en el que se ha de consumar su sacrificio.
• Si la mano de Abrahán es detenida por el ángel del Señor, que le revela la voluntad de Dios, también Jesús habrá de recibir la visita del ángel, que le revelará el sentido de su entrega y de su sacrifico.
• Si la voluntad de sacrificar a Isaac se convierte para Abrahán en anticipo y profecía de la vida de todo un pueblo, también el sacrificio de Jesús será signo y promesa de una amplia y gozosa fecundidad.
LOS SIGNOS Y LA VOZ
El relato evangélico de la transfiguración de Jesús nos revela la identidad y la misión de Jesús, alimenta nuestra contemplación y orienta nuestra vida de creyentes:
• Jesús aparece acompañado por Moisés y Elías. Es decir, los discípulos hemos de entender que en él se cumplen las esperanzas que previeron y anunciaron tanto la Ley como los profetas.
• Jesús se transfigura en lo alto de un monte, mientras una nube cubre a sus discípulos. Es decir, hemos aprendido que Jesús está en contacto con Dios y que la majestad de Dios envuelve a sus seguidores.
• Jesús es presentado a los discípulos por una voz celestial: “Este es mi Hijo amado; escuchadle”. Es decir, Jesús es el Hijo amado de Dios, que se entrega por nosotros y nosotros estamos llamados a escuchar su palabra y vivir su mensaje .
- “Señor, Padre santo, tú que nos has mandado escuchar a tu Hijo, el predilecto, alégranos con el gozo interior de tu palabra; y, purificados por ella, contemplaremos con mirada limpia la gloria de tus obras. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”.
José-Román Flecha Andrés
CADA DÍA SU AFÁN 1 DE MARZO DE 2015
LA
GLOBALIZACIÓN DE LA INDIFERENCIA
Esa es la idea que se
repite en el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma del año 2015. Según
él, la indiferencia alcanza hoy una dimensión mundial. Cuando estamos bien, nos
olvidamos de los demás, de sus problemas y sufrimientos y también de las
injusticias que padecen los que no están bien.
“También para los cristianos, la indiferencia hacia el prójimo y hacia
Dios es una tentación real”.
Tras esta mirada a nosotros
mismos, hemos de volver nuestros ojos a Dios. La fe nos dice que Dios es amor y
no puede ser indiferente ante nosotros. Nos conoce, nos cuida y nos busca
cuando lo abandonamos. La Encarnación de su Hijo, su vida, su muerte y
resurrección son la mayor prueba del amor de Dios.
Con esos misterios se abre
la puerta entre Dios y los hombres. Y ahí aparece la Iglesia, “como la mano que
tiene abierta esta puerta”. La imagen es muy acertada y explica la persecución.
Una sociedad que tiende a cerrarse en sí misma y a cerrar la puerta por la que
Dios entra en el mundo y el mundo en Él, intentará rechazar, aplastar o herir
esa mano que mantiene abierta la puerta de Dios.
En ese contexto, el Papa
Francisco sugiere algunas tareas concretas a la Iglesia, a las parroquias y
comunidades y a cada persona creyente.
1. La Iglesia da testimonio del amor de Dios, que rompe la
cerrazón mortal de la indiferencia. Ella es el cuerpo de Cristo y la comunión
de los santos. Por tanto, “en esta comunión de los santos y en esta
participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo
que tiene es para todos”.
2. Las parroquias y las
comunidades han de conocer a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y
hacerse cargo de ellos. Es falso decir que se ama a los que están lejos en el
mundo, mientras se olvida al pobre Lázaro, sentado ante nuestra puerta cerrada.
“Toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en
relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados”.
Seguir a Jesucristo por el camino la lleva hasta los confines de
la tierra. Según el Papa, las parroquias y comunidades han de ser
islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.
3. Ante la tentación individual de la
indiferencia, siempre podemos orar. El Papa nos propone la iniciativa “24 horas para el Señor”, en los
días 13 y 14 de marzo. A la oracion se han de unir nuestros gestos de caridad.
“La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un
signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma
humanidad”.
La necesidad del hermano
nos recuerda la fragilidad de nuestra vida, su sufrimiento nos llama a la
conversión. Superar la
trampa de la indiferencia requiere esfuerzo. Pero la oración nos ayudará a
tener “un corazón fuerte y
misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no
caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia”.
José-Román Flecha Andrés
REFLEXIÓN-DOMINGO 1º DE CUARESMA. B. 22 de febrero de 2015
ALIANZA Y SEÑORÍO
“Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra!” (Gén 9,9-10). Con esas palabras, Dios promete a Noé una alianza cósmica que tendrá como signo el arco iris.
El texto termina anunciando que “el diluvio no volverá a destruir a los vivientes”. Pero esa negación comporta la oferta preciosa de un don divino. Dios establece una armonía entre el ser humano y su mundo. Esa armonía es el reflejo de la alianza del Creador con toda su creación.
Ahora bien, como en tantas otras ocasiones en la vida del hombre y en sus relaciones con Dios, el don lleva consigo una tarea. Si Dios es fiel a su alianza, también el ser humano ha de procurar aprender la fidelidad. Recibir el regalo de la tierra, cuidarla y aprender a ver en ella el rastro de Dios. Sólo entonces su vida podrá transcurrir en la armonía del paraíso.
EN EL DESIERTO
En el primer domingo del tiempo cuaresmal recordamos todos los años que al principio de su vida pública, Jesús fue tentado por Satanás. Los evangelios de Mateo y de Lucas se detienen a narrar las tres tentaciones. El texto del evangelio de Marcos (Mc 1,12-15) se refiere a ellas de una forma general. Pero en su brevedad, incluye algunas notas muy importantes:
• “El Espíritu empujó a Jesús al desierto”. En su bautismo, Jesús había sido presentado por el Espíritu como el Hijo amado de Dios. Pero vivir como Hijo no iba a ser fácil. El mismo Espíritu lo expulsa de su tranquilidad para llevarlo al escenario de la prueba. Como a nosotros.
• “Jesús se quedó en el desierto durante cuarenta días”. El desierto y los cuarenta días nos recuerdan la experiencia religiosa de Moisés y de todo el pueblo de Israel. Es ahí donde Jesús ha de comenzar a vivir su verdad y a revelarnos la honda verdad del ser humano.
• “Jesús se dejó tentar por Satanás”. Marcos no habla del ayuno de Jesús. Su prueba consiste en encontrarse frente a frente con Satán. El Príncipe de la verdad y de la vida se enfrenta al príncipe de la mentira y de la muerte. Esa es también nuestra prueba.
EN EL UNIVERSO
Hay una cuarta nota, que sólo se encuentra en el evangelio de Marcos: en el desierto, Jesús vivía entre alimañas y los ángeles le servían. Es decir, en el desierto se nos revela el señorío de Jesús sobre el universo y sobre la historia. El nuevo Adán retorna al paraíso.
• “Vivía entre alimañas”. Jesús ha sabido someter a los poderes del mal, de la injusticia y de la opresión que tratan de establecer su dominio sobre el mundo. Jesús es sometido a prueba, pero logra mantener su libertad ante el mal. Una fidelidad que se espera también de nosotros.
• “Los ángeles le servían”. Los ángeles son los servidores de Dios. Y son enviados para colaborar con Jesús en la obra que le ha sido encomendada. Combatido por las fieras que sirven a Satán es ayudado por los ángeles que sirven a Dios. Y esa es también nuestra suerte.
- Señor Jesús, tu estancia en el desierto nos ayuda a descubrir nuestra vocación y nuestra misión. Ayúdanos a mantenernos fieles a la alianza con Dios. De esa forma podremos hacer visible la paz en la creación y en la sociedad. Amén.
José-Román Flecha Andrés
martes, 24 de febrero de 2015
NOVENA A JESÚS NAZARENO- PARROQUIA DE SAN FRANCISCO
NOVENA A JESUS NAZARENO.
Mañana, día 25 empieza la Novena a Jesús Nazareno.
Mañana, día 25 empieza la Novena a Jesús Nazareno.
Para todos los devotos de Jesús, de manera especial para los enfermos e impedidos la parroquia de san Francisco les ofrece en su blog parroquial la novena al Nazareno.
NOVENA A JESÚS NAZARENO
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ...
PIDAMOS PERDÓN A DIOS:
- Tú que eres nuestro Creador y nuestra meta. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
- Tu que pasaste haciendo bien y curando enfermos. Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.
- Tu que entregaste a la iglesia tu misma misión. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
ORACIÓN:
Padre nuestro Jesús Nazareno, míranos postrados ante tus plantas para rendirte el homenaje de nuestra devoción y suplicarte la ayuda de tu gracia en todas nuestras necesidades.
Creemos en Ti porque eres la eterna verdad. Esperamos en Ti porque eres la bondad suma. Te amamos porque eres nuestro Dios y Señor.
Te proclamamos rey de nuestras almas.
Míranos con ojos compasivos y amorosos, y con esa tu mirada purifícanos, aliéntanos, santifícanos.
Somos pecadores y necesitamos tu perdón. Somos débiles y en Ti buscamos nuestro apoyo y fortaleza. Somos nada, pero Tú lo eres todo y contigo lo podemos todo.
Aumenta nuestra fe y concédenos tu ayuda. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
REFLEXIÓN:
Jesús ponía una misma condición a cuantos se acercaban a El: fiarse de su persona, entregársele en profundidad. Exigía la fe.
Recuerda a la cananea, a la hemorroísa, a los ciegos, a los leprosos, a las multitudes. "Todo es posible para el que cree". Cuando contempla la miseria y la desgracia humanas, pide el acto de fe como condición provia para realizar el milagro.
También hoy nos exige esa fe.
La fe se entiende desde una experiencia de amistad y entrega. Es oír, escuchar, aceptar. Es elegir entre distintas voces que atraen. Es fiarnos, entregarno, seguirle. Es la respuesta viva de un ser consciente. Es colocar a Cristo como tu todo: amigo, salvador, guía, camino, verdad, vida y meta.
Esa fe debe dejar sellada toda tu vida. La fe verdadera tiene que marcar a las personas. Una fe que no trascienda a la vida es falsa. La vida de las personas siempre será la proyección de sus convicciones.
Una fe viva y firme tiene que producir una vida limpia y santa.
¿Cómo es mi fe? ¿Cómo vivo mi fe?
¿Mi vida es conforme con lo que creo?
La mejor manera de cuidar mi fe es llevar una vida santa.
También debo actualizar mi fe, ponerla al día... y pedirle a Jesús que me la aumente.
¿Mi fe me da una seguridad tranquila ante la vida y ante la muerte?
Examina brevemente tu fe a la luz de estas verdades y pide a Jesús la gracia que deseas alcanzar.
INVOCACIONES:
- Padre nuestro Jesús Nazareno, por vuestra dolorosa pasión tened misericordia de nosotros. (Padrenuestro).
- Padres nuestro Jesús Nazareno, en vuestro amor divino encended nuestros corazones. (Padrenuestro).
- Padre nuestro Jesús Nazareno, salvad nuestras almas con vuestra sangre redimidas. (Padrenuestro).
ORACIÓN FINAL:
Padre nuestro Jesús Nazareno, hemos venido ante Ti para pedirte remedies nuestras necesidades. Considerando tu bondad y amor para con nosotros no podemos menos que acudir a Ti con la misma confianza que un hijo pide a su padre cuanto ha de menester. Tú dijiste en el Evangelio que cuanto pidiésemos al padre en tu nombre nos sería concedido.
En tu vida pública sobre la tierra ibas por todas partes haciendo el bien a todos, y las gentes te seguían ansiando oír tus palabras y participar de tus favores. Hoy, como entonces, se acercan a Ti las multitudes y se postran ante esta milagrosa imagen, esperando los tesoros de tu amos y de tu misericordia.
Jesús Nazareno, divino cautivo, escucha nuestras súplicas y concédenos cuanto necesitamos para permanecer unidos contigo en todos los instantes de nuestra vida, a fin de que, sirviéndote y amándote en la tierra, logremos reinar contigo en la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ...
PIDAMOS PERDÓN A DIOS:
- Porque he pecado contra el cielo y contra Ti. Señor, ten piedad
- Señor, ten piedad.
- Porque no merezco ser llamado hijo tuyo. Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.
- Porque eres mi padre y mi Dueño. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad
ORACIÓN:
Jesús Nazareno, mi rey y mi Dios, animados por tu infinita bondad y por los continuos favores que otorgas a cuantos imploran misericordia y perdón delante de esta venerada imagen, acudimos ante Ti para ofrecerte los obsequios y presentarte las necesidades de nuestra alma. Confesamos que te hemos ofendido, pero arrepentidos, detestamos los pecados y, ayudados de tu gracia, esperamos enmendarnos en lo sucesivo.
Te rogamos que por los dolores de tu Pasión atiendas las súplicas que te dirigimos en esta Novena, si son de tu agrado y de provecho para nuestra alma. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
REFLEXIÓN:
Para creer de verdad, para ver a Cristo y optar por Él es preciso vaciarnos de nuestro orgullo, de nuestra autosuficiencia.
Vivimos en un mundo saturado de vanidades. Damos una gran importancia al parecer, al escaparate. Los hombres se apoyan en sí mismos, los sabios en su ciencia, los ricos en su dinero, pero Jesús nos dejó otra categoría de valores: bienaventurados lo pobres, los libres, los despegados, los que se apoyan en Dios, los humildes... Es que éstos son los que están dispuestos a aceptar y seguir a Jesús. El se manifiesta a los humildes y nos invita a aprender especialmente esa virtud: "aprended de Mí que soy mano y humilde de corazón".
Realmente la humildad es lo que mejor cuadra a nuestra condición de creaturas. Somos una sumisión que ha tomado cuerpo. Somos una obediencia andando. Santa Teresa decía que "humildad es andar en verdad". La humildad no nos exige que nos juzguemos en menos de lo que somos y tenemos, pero sí que pensemos con sinceridad qué fuimos, qué somos y qué vamos a ser.
Es humilde quien sabe el puesto que Dios le asignó, lo acepta incondicionalmente y sabe que vive de prestado.
¿Cómo valoras tu vida?
¿Reconoces que todo cuanto eres y tienes es un don gratuito de Dios?
Piensa con detención estas frases de San Pablo: "Si alguno cree que es algo, se engaña... ¿qué tienes que no hayas recibido? y si lo has recibido, ¿cómo te glorías como si no lo hubieras recibido?"
La humildad gana al corazón de Dios y el de los hombres...
Reflexiona brevemente y pídele a Jesús la gracia que deseas alcanzar en esta Novena.
INVOCACIONES:
- Padre nuestro Jesús Nazareno, por vuestra dolorosa pasión tened misericordia de nosotros. (Padrenuestro).
- Padres nuestro Jesús Nazareno, en vuestro amor divino encended nuestros corazones. (Padrenuestro).
- Padre nuestro Jesús Nazareno, salvad nuestras almas con vuestra sangre redimidas. (Padrenuestro).
ORACIÓN FINAL:
Jesús Nazareno, mi Padre y mi Salvador, al considerar tu amor y la bondad con que nos has acogido en este día, un grito de gratitud se escapa de los labios, y el recuerdo de tus misericordias embarga nuestra alma. Por ganar nuestra alma bajaste a la tierra y sufriste toda clase de penas y trabajos, y hasta moriste en una cruz. Por nuestro amor que quedaste en el sacramento del altar, queriendo ser nuestro manjar, consuelo y compañero. Por nuestro amor te presentas en esta imagen coronado de espinas, con las manos atadas, vestido con ese hábito de humildad y paciencia.
Te pedimos hoy la virtud de la humildad.
Gracias, Señor, por todo, y concédenos qeu cumplamos siempre tu ley, imitemos tur virtudes y vivamos y muramos en tu amor. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ...
PIDAMOS PERDÓN A DIOS:
- Tú que nos has bendecido en la persona de Cristo. Señor, ten piedad
- Señor, ten piedad.
- Tu que nos has elegido para que fuésemos santos.
- Cristo, ten piedad.
- Tu que nos has destinado a ser tus hijos. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
ORACIÓN:
Jesús Nazareno, paz y reconciliación nuestra. A tus plantas reconocemos nuestras ingratitudes, y, arrepentidos de los pecados, proponemos con tu ayuda cambiar nuestras vidas y no volver a ofenderte. Animados por tu infinita bondad y por los muchos favores que otorgas a los que acuden a tu venerada imagen e imploran misericordia y perdón, te pedimos atiendas nuestras súplicas en esta Novena si son de tu agrado y para el bien de nuestras almas. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.
REFLEXIÓN:
La fe es un encuentro con Jesús y su aceptación.
Pero es un encuentro que debe producir cambios, conversión.
Una fe que no transforma la vida es falsa.
En el Evangelio hallamos una constante: "todo lo tocado por Cristo es transformado si lo tocado no opone resistencia". Eran transformadas las cosas: el agua, el pan, el vino, el polvo... También eran transformadas las personas: Zaqueo, Pablo, los apóstoles...
Todos necesitamos convertirnos.
A lo largo de la Biblia hallamos un avance progresivo en el significado de la palabra conversión: recibir a Dios, abandonar el mal camino y volver a Dios, romper los ídolos que esclavizan, cambiar nuestra manera de pensar, de valorar y de juzgar, huir del pecado, entregarse a la voluntad de Dios y a sus planes...
Solamente con hombres mejores se puede hacer un mundo mejor.
¿Dios está contento de mí, de mi actitud ante la vida?
¿Hay en mí muchas cosas que no son del agrado de Dios?
¿Es mucho lo que tengo que cambiar?
¿Mi fe, mi encuentro con Jesús me lleva a transformar mi vivir, a una mayor fidelidad?
Reflexiona brevemente y pídele a Jesús la gracia que deseas alcanzar en esta Novena.
INVOCACIONES:
- Padre nuestro Jesús Nazareno, por vuestra dolorosa Pasión tened misericordia de nosotros (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, en vuestro amor divino encended nuestros corazones. (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, salvad nuestras almas con vuestra sangre redimidas. (Padrenuestro)
ORACIÓN FINAL:
Jesús Nazareno, estampa viviente de amor y sufrimiento, queremos ratificarte nuestra consagración bautismal y vivir fieles a la misma. Concédenos abundancia de gracias para cambiar nuestras vidas. Te consagramos el cuero y el alma, la memoria, el entendimiento, la voluntad y todos los sentidos. Quisiéramos esforzarnos para que todos te sirvan, glorifiquen y amen. Todo lo esperamos de tu bondad. Que pongamos nuestra gloria en vivir y en morir a tu servicio.
Es mucho lo que tenemos que cambiar.
Esperamos de tu misericordia toda clase de gracias, especialmente la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la fidelidad a tus mandatos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ...
PIDAMOS PERDON A DIOS:
- Porque perdí mi esperanza ante el dolor. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
- Porque me avergoncé de Ti y disimulé mi fe. Cristo ten piedad.
- Cristo, ten piedad. - Porque olvidé que siempre vas conmigo. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
ORACIÓN:
Jesús Nazareno, herido por nuestros pecados y en quien el Padre tienes puestas sus complacencias, acepta las alabanzas y oraciones que te presentamos en esta Novena y ayúdanos a llevar una vida en conformidad con tus deseos. Te damos gracias por los beneficios que has derramado en nuestra vidas. Hoy te pedimos la virtud de la esperanza. Danos luz para conocer nuestras faltas. te pedimos perdón por nuestros pecados y por los pecados de todo el mundo. Acepta nuestra voluntad de nunca más pecar. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.
REFLEXIÓN:
La esperanza es virtud de caminantes.
El hombre es un ser abierto al futuro. Un hombre sin esperanza es tan absurdo como un hombre sin inteligencia, porque la vida humana es sed, ansia, afán, deseo de un mañana...
Santo Tomás nos habló maravillosamente de la esperanza:
- "Es la aspiración del hombre hacia un bien futuro, arduo y posible.
- La esperanza teologal es la expectación cierta de la bienaventuranza eterna, proveniente de la gracia y de los medios.
- En el centro del hombre está la esperanza, manteniéndole tenso, en vilo...".
Todo cristiano debe ser hombre de jubilosa esperanza. Alegría de vivir, de hacer esfuerzos, de tender a un fin, de participar en la aventura de hacer un mundo mejor. Todo como consecuencia de no ir solo, de saber que Dios va con él.
Los males que nos rodean no deben llevarnos a un constante lamento, sino a un esfuerzo por superarlos. En medio de los infortunios de la vida hemos de tener siempre las ventanas abiertas a la luz.
La esperanza es la victoria sobre el miedo y el pesimismo. "Si Él va conmigo, ¿qué voy a temer? Todo lo puedo en Aquél que me conforta".
¿Cómo vives tu esperanza?
¿Sabes que la tristeza y el derrotismo no caben en un alma auténticamente cristiana?
Examina tu esperanza brevemente y pide a Jesús la gracia que deseas alcanzar.
INVOCACIONES:
- Padre nuestro Jesús Nazareno, por vuestra dolorosa pasión tened misericordia de nosotros. (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, en vuestro amor divino encended nuestros corazones. (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, salvad nuestras almas con vuestra sangre redimidas. (Padrenuestro)
ORACIÓN FINAL
Jesús Nazareno, nuestro Señor y nuestro Rey. Mira compasivo el corazón de tus hijos. Confiamos en ese corazón que tanto nos ha amado y que nunca falla. Danos entusiasmo para buscar la verdad. Danos resignación para aceptar nuestras propias limitaciones. Danos coraje para seguir luchando cuando todo parece que nos sale mal. Danos fuerza para preferir lo difícil a lo fácil. Danos valora para rechazar lo vulgar y rastrero. Danos valentía para luchar contra nuestra apatía y desgana, para que donde haya odio pongamos amor, donde haya ofensa pongamos perdón, donde haya tristeza pongamos alegría.
Tú eres luz y vida, camino y verdad.
Convierte nuestras tinieblas en luz para que seamos testigos de una alegre y firme esperanza. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ...
PIDAMOS PERDÓN A DIOS:
- Por no haberte puesto en el primer lugar de nuestra vidas. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
- Por no haber sido testigos de la luz. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
- Por haber querido contar sólo con nuestras fuerzas. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
ORACIÓN:
Jesús Nazareno, camino, verdad y vida, que has venido a buscar cuanto estaba perdido y a salvar cuanto estaba sumido en la culpa y el temor, ilumínanos con tu verdad, acéptanos, con los pecados de todo el mundo, pero con nuestro propósito de seguirte en fidelidad. Tú eres mayor que nuestro corazón y que todos nuestros pecados. Tú eres el creador de un futuro nuevo. Tu eres la luz, el maestro. Acéptanos como somos y haznos como tú quieres que seamos. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
REFLEXIÓN:
Desde los orígenes del mundo la luz aparece asociada a Dios y a sus seguidores.
La luz es la primera creatura de Dios. Dios se muestra en la zarza ardiendo. Una nube luminosa sobre el arca es el signo de la presencia divina. Dios aparece como la gran claridad, la luz, la verdad...
Jesús vino al mundo como "luz para iluminar a las gentes", y se presenta diciendo: "yo soy la luz del mundo". Los Evangelios son una proclamación de esa realidad:
"Jesús comenzó a obrar y a enseñar... todos los días estaba en el Templo enseñando... Vosotros me llamáis maestro, y decís bien, pues lo soy... Uno es vuestro maestro..."
Ser luz y ser maestro dice una referencia a nosotros: debemos dejarnos iluminar y debemos dejarnos enseñar para seguirle... Es muy triste la frase de que "la luz brilló en medio de los hombres y los hombres no la recibieron".
El cristiano es un hombre que ha sido llamado de las tinieblas a la luz. Es un iluminado que debe irradiar el poder iluminador del mensaje de Cristo. Con esa misión nos ha dejado Jesús: que vean vuestras buenas obras y el mundo crea.
A través de nosotros, de nuestro testimonio, los hombres juzgan a Dios.
Cristo nos dijo: "yo soy la luz. El que me sigue no anda en tinieblas". ¿Me dejo yo iluminar por Él? ¿Estudio su persona y su mensaje?
Cristo nos repite: "Vosotros sois la luz del mundo. No se enciende una lámpara para ocultarla, sino para ponerla en medio y que alumbre a los demás". ¿Soy luz de Cristo para los otros? ¿No disimulo mi cristianismo proyectando sombras?
Reflexiona brevemente y pide la gracia que deseas alcanzar.
INVOCACIONES:
- Padre nuestro Jesús Nazareno, por vuestra dolorosa Pasión tened misericordia de nosotros. (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, en vuestro amor divino encended nuestros corazones. (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, salvad nuestras almas con vuestra sangre redimidas. (Padrenuestro)
ORACIÓN FINAL:
Jesús Nazareno, que eres nuestra luz y nuestro maestro, y quieres contar con nosotros. Tú no tienes manos, pero tienes nuestras manos para construir un mundo donde reine la justicia. Tú no tienes pies, pero tienes nuestros pies para poner en marcha a los oprimidos. Tú no tienes labios, pero tienes nuestros labios para proclamar a los hombres la Buena Nueva de la libertad. Tu no tienes medios, pero tienes nuestra acción para lograr que todos los hombres sean hermanos. Que nosotros no te fallemos y seamos tu luz, una Biblia abierta en la que los hombres puedan leer tu mensaje de amor y libertad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ...
PIDAMOS PERDÓN A DIOS:
- Jesús, hijo de David, que buscas al pecados. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
- Jesús, manantial de compasión y perdón. Cristo ten piedad.
- Cristo, ten piedad.
- Jesús salvador de cuantos a Ti acuden. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
ORACION:
Dulcísimo Jesús Nazareno , fuente de amor, Padre de misericordia y Dios de toda consolación, que tanto amor tienes a quien tan poco te ama, haz que te ame como te aman los ángeles y que de todo corazón te diga: ¡Jesús mío te amo!
Cuantas veces abra mis labios, cuantas mueva mis pies y manos, cuantas lata mi corazón , quisiera decirte en verdad que te amo. Y desearía repetir ese deseo de amarte más veces que estrellas hay en el cielo, más que hojas tienen los árboles, mas que gotas tiene el océano, más que arenas se encuentran en las playas.
¡Quién me diera, Jesús mío, amaros por todos los que no te aman, amarte más que te aborrecen y ofenden todos los pecadores! Abrásanos, Jesús mío, a todos en tu santo amor, y abrasa éste mi frío corazón para que amándote viva y amándote muera. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
REFLEXIÓN:
El mundo se ha vuelto profano. Dios suena en él cada vez menos y parece influi8r cada día menos en las vidas de los hombres. Como si hubiese pasado de moda.
Los viejos profetas repetían una gran lamentación: "los hombres han abandonado a su Dios, le han dado la espalda". ¿Es el retrato de nuestra sociedad?
Si aceptas a Dios, Él debe ser el centro de tu vida, y te verás forzado a proclamarlo, a darle a conocer, a celebrarlo. Estará en tu mente, en tus labios, en tu corazón.
Los grandes santos vivían esa presencia confesión de Dios. Francisco de Asís se figuraba todas las cosas colgando de la mano divina. Santa Teresa veía a su Dios hasta "entre los pucheros". Juan de la Cruz contemplaba la hermosura del Creador en todas las obras: "mil gracias derramando pasó por estos sotos con premura, y, yéndolos mirando, son sola su figura, vestidos los dejó de su hermosura..."
Nuestros mayores repetía constantemente el nombre de Dios: en el saludo, en la despedida, en la mañana, en el atardecer.
¿Y nosotros? Si lleváramos a Dios en nuestras mentes y en nuestro corazón, luego lo llevaríamos a la vida, seríamos testigos suyos en una sociedad que quiere olvidarlo.
Para ello tendremos que actualizar nuestra idea de Dios, pues el Concilio nos acusa de haber "velado, más que revelado, el genuino rostro de Dios".
Llevemos Dios a la vida, pero un Dios verdadero: creador, providente, Padre, juez justo y misericordioso, redentor, fiel, lleno de amor y justicia...
¿Qué valor tiene Dios en tu vida? ¿Cómo te preocupa?
¿Cuál es tu imagen de Dios? ¿Qué representa para ti?
¿Te avergüenzas de confesar tu amor y tu fe en Él?
Reflexiona brevemente y pide la gracia que deseas alcanzar.
INVOCACIONES:
- Padre nuestro Jesús Nazareno, por vuestra dolorosa Pasión tened misericordia de nosotros. (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, en vuestro amor divino encended nuestros corazones. (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, salvad nuestras almas con vuestra sangre redimidas. (Padrenuestro)
ORACIÓN FINAL:
¡Padre y Redentor mío, Jesús Nazareno! A tus plantas he venido a postrarme. Considerando tu bondad y amor para conmigo, no puedo menos que acudir a Ti con la misma confianza con que un hijo pide al padre cuanto ha de menester. Tú dijiste en el Evangelio que todo lo que pidiéramos al padre en tu nombre nos será concedido. Yo creo en tu palabra y espero que me alcanzarás cuanto te suplico en esta Novena, si es conveniente para tu gloria y salvación de mi alma.
Tú eres el mismo que durante la vida pública sobre la tierra ibas haciendo el bien a todos, y por eso las turbas te seguían. Hoy, como entonces, se acercan a Ti las multitudes y vienen a postrarse ante esta tu milagrosa imagen.
Que tu palabra sea luz para nuestros pasos y que, iluminados por ella, no nos desviemos de tus senderos.
Consuela a tu pueblo con tu presencia y con la dulzura de tu amor, y que nuestros trabajos consigan un mundo donde reinen la paz y el amor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ...
PIDAMOS PERDÓN A DIOS:
- Tú que nos has amado hasta el extremo. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
- Tu que has aceptado la muerte para reunirnos en la unidad. Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.
- Tú que nos mandas amarnos como tú nos has amado. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
ORACIÓN:
Jesús Nazareno, estampa viviente de sufrimiento y amor. Tú dijiste que "donde estén dos o mas reunidos en tu amor allí estoy yo en medio de ellos". Mira aquí a estos tus hijos reunidos bajo la gran consigna del amor. Queremos aprender a vivir en caridad según tu mandamiento. Tuyos somos y tuyos queremos ser. Que te veamos en el prójimo, y especialmente en el más necesitado. Atráenos hacia tu corazón y haz que vivamos unidos en familia, como hermanos e hijos de un mismo Padre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
REFLEXIÓN:
Desde niños aprendimos que toda la ley se resumía en el amor.
Sobre el amor y la caridad todos sabemos cosas bonitas:
- Que nuestro destino en la tierra es amar.
- Que Jesús vino al mundo para enseñarnos el amor.
- Que ése fue su mandamiento más tajante, el suyo.
- Que los cristianos debemos ser especialistas del amor.
- Que la perfección cristiana consiste fundamentalmente en el amor.
- Que en la tarde de la vida se nos examinará sobre el amor...
Pero ¿cómo estamos en la práctica del amor?
Amar es una postura de donación, de entrega, de servicio. Amar no es dar, es darse. Es exigir que el punto de mira no sea siempre el yo, sino que también piense en el Ti, en él, en ellos. Que los otros tengan un puesto en tu corazón, en tu mente y hasta en la cartera de tu bolsillo.
Jesús nos dejó el amor como señal de los suyos: "En esto conocerán que sois mis discípulos: en que os amáis los unos a los otros...", y nos dejó el mandamiento de su amor en la despedida como "un mandamiento nuevo".
Han pasado veinte siglos de cristianismo... y nos podría decir Jesús hoy: "os doy un mandamiento nuevo: que os améis".
¿Qué importancia das en tu vida a la caridad?
¿Te preguntas alguna vez qué podrías hacer tú por tu prójimo?
El vivir de los primeros cristianos hacía que las gentes dijeran de ellos "¡Ved como se aman!" ¿Podrían decir eso de los cristianos de hoy?
Reflexiona brevemente y pide la gracia que deseas alcanzar.
INVOCACIONES:
- Padre nuestro Jesús Nazareno, por vuestra dolorosa Pasión tened misericordia de nosotros. (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, en vuestro amor divino encended nuestros corazones. (Padrenuestro)
- Padre nuestro Jesús Nazareno, salvad nuestras almas con vuestra sangre redimidas. (Padrenuestro)
ORACIÓN FINAL:
Jesús Nazareno, nuestro guía y nuestro maestro, enséñanos a amar. Que no amemos solamente a nosotros mismos o aquellos que nos aman. Enséñanos a pensar en los otros, sobre todo en aquellos a quienes nadie ama. Concédenos la gracia de comprender que, mientras nosotros llevamos una vida más o menos feliz, hay millones de seres humanos que son tus hijos y hermanos nuestros que mueren de hambre, que mueren de frío, que mueren de desamor... Señor, ten piedad de todos los hombres del mundo. No permitas que nosotros vivamos felices en solitario. Haznos sentir angustia ante la miseria, líbranos de nuestros egoísmos y enséñanos a amar. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ...
PIDAMOS PERDÓN A DIOS:
- Porque no hemos sabido tenerte a Ti como único Dios. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
- Porque no te hemos amado con todo el corazón. Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad. - Porque eres nuestro padre y amigo. Señor, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
ORACIÓN:
Jesús Nazareno, fuente de toda vida y principio de todo bien, que nos has llamado del abismo del pecado al abismo de tu misericordia. Nonos abandones. Nuestra alma tiene sed de Ti como tierra reseca, agotada, sin agua. Te ofrecemos nuestros pensamientos, palabras y acciones. Queremos ser sólo tuyos. Ilumina nuestro entendimiento, inflama nuestro corazón y santifica nuestras almas. Haznos atentos en la oración, constantes en el trabajo, solícitos en la caridad, firmes en los propósitos. Que te sirvamos solamente a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
REFLEXIÓN:
El hombre es esencialmente libre y así debe vivir.
Dios quiso lo mejor para el hombre y le hizo libre para que libremente le ofrezca cada día el canto de su sumisión.
Pero en el interior de cada hombre hay fuentes de esclavitud y ésa es la batalla de cada día.
Los enemigos de nuestra libertad son los siete pecados capitales: ira, envidia, lujuria, soberbia, avaricia, gula, pereza.
Ser libres es ser capaces de dominarnos en lugar de decir sí a todo lo que nos apetece. Nos lo recordaba el Concilio Vaticano II: "La dignidad de la persona humana requiere que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido por convicción interna personal y no bajo presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa".
Abusar de la libertad es perderla. "El que comete pecado es esclavo del pecado", y hay una larga lista de esclavitudes: del miedo, del dinero, del respeto humano, de la carne, de la moda, del tabaco, del alcohol, de la droga...
La grandeza del hombre está en ser dueño de sí mismo y vivir en libertad.
Si solamente hacer lo que te gusta o porque lo hacen los demás, no eres libre.
Si claudicas ante la lucha y tienes miedo al esfuerzo, no eres libre.
Si crees en Jesús y le sigues fielmente, entonces sí eres libre.
Reflexiona brevemente y pídele a Jesús la gracia que deseas alcanzar en esta Novena.
INVOCACIONES:
- Padre nuestro Jesús Nazareno, por vuestra dolorosa pasión tened misericordia de nosotros. (Padrenuestro).
- Padres nuestro Jesús Nazareno, en vuestro amor divino encended nuestros corazones. (Padrenuestro).
- Padre nuestro Jesús Nazareno, salvad nuestras almas con vuestra sangre redimidas. (Padrenuestro).
ORACIÓN FINAL:
Jesús Nazareno que dijiste "venia a Mí todos los que estáis cansados y agobiados y Yo os aliviaré". A Ti hemos venido confiados durante esta Novena. Creemos en Ti, pero haz que esperemos con mayor confianza. Te amamos a Ti, pero haz que te amemos cada día más. Que no nos dejemos esclavizar por nada ni por nadie. Te adoramos como nuestro principio, te deseamos como nuestro último fin, te alabamos como nuestro bienhechor, te invocamos como nuestro defensor. Dirígenos con tu sabiduría, consuélanos con tu clemencia y protégenos con tu poder.
Nuestros ojos están vueltos hacia Ti.
Líbranos de los lazos que nos tienden los enemigos y de todo pecado para que vivamos en la auténtica libertad de los hijos de Dios. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ...
PIDAMOS PERDÓN A DIOS:
- Porque hemos escondido nuestra fe ante los hombres. Señor, ten piedad.
- Señor, tan piedad.
- Porque no hemos sabido confesarte como nuestro Rey. Cristo, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.
- Porque nuestras vidas no han sido testimonio de fe. Señor ten piedad.
- Señor, ten piedad.
ORACIÓN:
Jesús Nazareno, rey y centro de nuestras vidas. Míranos humildemente postrados ante tu imagen. Tuyos somos y tuyos queremos ser.
Reina no solamente sobre los hijos que jamás se apartaron de Ti, sino también sobre aquellos a quienes traen engañados falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la verdad y de la fe.
Concede a tu Iglesia verdadera y completa libertad, y haz que en toda la tierra resuene una misma voz que diga ¡alabado sea Jesucristo!, por quien vino la salvación; a Él la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.
REFLEXIÓN:
Ser cristiano es ser testigo de Cristo.
La fe es esencialmente dinámica. El bautismo y la confirmación no lo hemos recibido en balde. Nos han metido en un compromiso de testimonio. "Vosotros sois luz, sois sal, debéis ser fermento..."
El cristianismo parte de la fe o adhesión total a Jesús, pasa al corazón, pues exige amor a Cristo y a los hermanos, y se radica en la voluntad para pedir un esfuerzo constante a fin de vivir en cristiano y pasar por el mundo en función de testigos de fe. "Ser testigo es vivir de tal forma que nuestra vida no tenga sentido sin Dios".
Cristo en su despedida nos encargó ser testigos. "Cuando venga el Espíritu Santo, Él dará testimonio de Mí y vosotros seréis mis testigos".
Desde entonces vivimos entre dos extremos: aquel que afirmaba Tertuliano: "donde está un cristiano, allí hay un predicador" y el que denunciaba Pío XII "el mundo se hunde por el cansancio de los buenos.
Como Juan Bautista no somos la luz, pero sí debemos ser testigos de la luz.
Nos lo recordaba San Pablo: "Sed irreprensibles en medio de esta generación, entre la cual debéis aparecer como antorchas llevando en alto la palabra de Dios".
El mundo está cansado de palabras y quiere testigos que no se doblen.
El mayor antitestimonio es precisamente la discrepancia entre la fe y la vida.
Nuestro deber es atraer, santificar, consagrar el mundo y sus realidades.
¿Mi fe es viva, convencida, eficaz?
¿Me siento en la vida como testigo de Cristo?
¿No me avergüenzo de defender mi fe y confesarla?
Reflexiona brevemente y pídele a Jesús la gracia que deseas alcanzar en esta Novena.
INVOCACIONES:
- Padre nuestro Jesús Nazareno, por vuestra dolorosa pasión tened misericordia de nosotros. (Padrenuestro).
- Padres nuestro Jesús Nazareno, en vuestro amor divino encended nuestros corazones. (Padrenuestro).
- Padre nuestro Jesús Nazareno, salvad nuestras almas con vuestra sangre redimidas. (Padrenuestro).
ORACIÓN FINAL:
Jesús Nazareno, rey universal. ¡Cuánto falta para que llegue al mundo tu reino de justicia, de amor y de paz, cuánto falta para que todos hagamos lo que Tú quieres!
Tú deseas contar con nosotros.
Has que seamos luz y fermento según tu voluntad.
Te presentamos nuestra súplica para que concedas a tus fieles fidelidad y constancia, para que nos enseñes a compartir nuestras cosas con quienes viven a nuestro lado, para que guardes a todas las familias en el verdadero amor, para que los hijos sean recibidos como don tuyo, para que los que creen vean robustecida su fe, para que los que vacilan y dudan hallen seguridad en tu palabra.
Así serás nuestro rey y señor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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