martes, 4 de junio de 2013

 DOMINGO X.TIEMPO ORDINARIO

 

¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!


Tras los últimos domingos en que hemos ido cerrando el ciclo Pascual después de Pentecostés con varias importantes fiestas -el pasado la Solemnidad del Corpus, el anterior la Santísima Trinidad-, retornamos hoy a la sencillez de ver recorrer la vida y la misión de Jesús entre las gentes de Israel, la vida que generó esos grandes dogmas de nuestra fe.
Este domingo lo vemos dejándose ganar por la compasión ante el dolor de una madre, conmoviéndose ante el sufrimiento y tratando de aliviarlo devolviéndole la vida a un hijo muerto. Ahondando en la lectura del evangelio vemos cómo la preocupación por devolver la vida a los hombres presos por la muerte, nos lleva a la lectura profunda de vernos libres de las ataduras de todo aquello que significa muerte, dolor y sufrimiento.
Ese mensaje de un Dios liberador, sanador, preocupado porque sus hijos tengan vida y vida en abundancia, que llega en persona a devolver la vida, estaba anunciado desde antiguo. En los profetas como Elías, en la primera lectura, ya se alumbraba el don de la vida de Jesús. En los apóstoles como Pablo, en la segunda lectura, continuó llegando a los seres humanos el mensaje de vida de Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo.
Hoy ese mensaje sigue siendo central para nosotros cristianos: Dios es el Dios de la vida, ¿por qué entonces tantas veces lo hemos presentado como un Dios enemigo del hombre?

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